Astrid Pinel es una joven de 23 años que se describe así misma como soñadora, luchadora y muy normal, a pesar de que es una de las modelos más reconocidas de Honduras y de Centroamérica.
Hoy nos cuenta sobre carrera en el mundo por la moda y la Animación Digital, y de su primer proyecto de cuentos infantiles en 2D.
¿Sos 100 por ciento hondureña?
Soy originaria de Choluteca, descendientes de europeos por parte de mi abuelo materno, del norte de Italia; y por parte de mi abuelita paterna somos de Gales.
Ellos se establecieron en el pueblito minero de El Corpus, un lugar con un amor profundo por el arte.
Tenés unos ojos bellos.
Ja, ja, ja, pues en la escuela yo siempre les daba miedo a los niños. Una niña se me acercó un día en la piscina a decirme que le daban miedo mis dientes y mis ojos. Nunca me consideré bonita, siempre creí que era diferente.
¿En una palabra, qué tipo de belleza considerás que tenés?
Diferente.
¿Cómo llegaste al modelaje?
Yo fui a Costa Rica a estudiar Animación Digital y otra muchacha que estudiaba Arquitectura me descubrió en la cafetería de la universidad y me dijo “Muchacha, usted debería de ser modelo”.
Entonces me tomó unas fotografías para la agencia de modelaje, me rechazaron, desde entonces me quedó la espina, otra muchacha se salió y creó su propia empresa, y ahí empecé yo.
¿En qué países has modelado’
En Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Los Ángeles, Estados Unidos,
¿Sos vanidosa?
Cuando estaba en el colegio ni siquiera me miraba en el espejo, porque siempre era la rara, cuando entré en la universidad descubrí que era bonita para otras personas y ahí empecé a creérmela, no podría decir que me considero vanidosa, pero sí considero que tengo lo necesario para desenvolverme.
Contame sobre tus cuentos infantiles.
Ese fue mi proyecto final, lo hice con mi compañera María Fernanda Fuentes, ambas estamos apasionadas por la animación 2D y cuentos infantiles, hicimos un cortometraje y nos gustó tanto que no solo quisimos dejarlo como proyecto de tesis, lo visionamos como un producto que se pudiera vender.
El cortometraje era un requisito para graduarnos y el paso extra que dimos es que cada imagen lo importábamos a una página de un archivo de PDF.
Cuando agarras el librito en tus manos y cambiás las hojas rápidamente ahí es donde se ve la animación. Son seis libros que vienen en una cajita y cuando los ves todos en orden se ve el cortometraje entero.
¿Cómo se llama?
Cuentos de la bota viajera.
¿Cuántos tirajes van a lanzar en su primera impresión?
1,000.
¿Dónde los vas a vender?
En Costa Rica y acá en Honduras estamos en contacto con los chicos de Metro Media y de Chiminike y con Librería Casa Sol.
¿Qué precio tienen?
25 dólares por la caja de seis libritos.
Fotos: Frank Aguilera