Aquellas noches en que mi mamá me leía el GATO CON BOTAS

¡Va para mi mami o doña Carla, mi madre!

Mis recuerdos más bonitos que tengo de ella son en esas noches silenciosas y estrelladas en una finca en la Lima,Cortes.

Allí vivíamos, no era nuestra, pero un amigo de la familia le dio a mi mami posada en esa casa porque no teníamos dónde vivir, mi hermana menor y yo.

Yo era apenas un güirro de 4 años o menos, creo…

Aún están en mis pensamientos que antes de ir a dormir, ella siempre nos cantaba esa canción que nunca olvidaré “Estaba la pájara pinta, sentada en un verde limón…”.

Ya cuando miraba que me estaba durmiendo, terminaba su dulce tarea leyendo mi libro favorito: “El gato con botas”.

Nuestros primeros años juntos no fueron nada fácil, como todo en esta vida, y le tocó hacer muchos sacrificios por el bienestar de mi hermana y mío.

A ella le tocaba caminar con dos cipotes pequeños por todas esas plantaciones de caña y plátano de la Lima para llegar a nuestra casa prestada, no era seguro pero no teníamos de otra.

Eso sí, eramos felices.

 Con el pasar de los años el destino nos trajo de nuevo a nuestra ciudad, “Tegus”. Aquí mi madre con mucho esfuerzo ya podía alquilar una casa, nos dio un techo seguro donde vivir, me regaló una de las cosas más significativas de mi vida: la oportunidad de estudiar en la escuela que siempre quise estar, el Instituto Salesiano San Miguel, pero a puro esfuerzo y muchas horas de trabajo por parte de mi Doña.

Eso si, esta Doña (como le decimos con mis hermanos), tiene su carácter, y todos mis amigos que la conocen lo saben.

Siempre les digo que es una mujer “De chanclas tomar”. Mi madre, con el pasar de los años, ha adquirido una especialidad en tirar cosas, y lo peor de todo es que como yo soy el mayor de cuatro hermanos, conmigo agarró maestría.

No somos de andar mucho con “cariñitos”. Mi forma de expresarle mi amor es atacándola a “pailadas” de agua, la llevo a chineada y la meto a la pila del patio, para en el acto salir corriendo en un evidente escape, por lo que a lo lejos escucho que me grita “¡¡Tu madre, maje!!”

Ja, ja, ja, así es ella, buena para los gritos y para no aceptar sus errores, no le gusta que le digan “Doña Carlita” porque todavía no está vieja, le encanta Chayanne y es una obsesionada con el orden.

Está en clases de Inglés y sacó 90 en su primer examen… ¡FELICIDADES POR CIERTO!

Se toma una que otra cerveza conmigo y mis amigos, después dice: “Es que no me respetan estos cabrones, ja, ja, ja, ja”.

Es Motagua de las que solo mira finales, pero Motagua al final.

Siempre quiso jugar basquetball como las buenas potras que miraba en el parque La Leona cuando era joven, no le gusta el arroz chino (menos ahora) pero siempre se muere por una Bigos.

Así es mi madre, loca, gritona, complicada… Al final de cuentas: mi madre y la amo…