Por Óscar Flores López
A ciertos directores y productores de cine hondureños no les gusta que les critiquen sus películas y pretenden que a la fuerza digamos “Wow, nos encantó esta movie. ¡Deberían nominarla al Óscar!”
Otros, bajo el argumento de “Nos esforzamos por hacer esta película”, esperan ganarse la simpatía del público. Lamentablemente para ellos, la cosa no funciona así.
El cine hondureño, como el del resto de países del mundo, hace excelentes películas, y otras regulares, malas, malísimas.
Pero eso también pasa en Hollywood y en La India, en España y Argentina, en México y en Italia, que son países con una mayor tradición en el cine.
Esto nos quiere decir que no se trata sólo de dinero, sino también de buen gusto.
¿Cuántas películas malas ha protagonizado las grandes estrellas gringas a pesar de todos los dólares de los que dispone para sus producciones?
Si nos sentamos a hacer una lista con las películas malas que Hollywood produjo en los últimos cinco años, nos estaríamos todo un día y un poco más de otro enumerándolas.
Honduras puede producir, en mi opinión de espectador, no de crítico ni de especialista, porque no lo soy, películas realizadas con profesionalismo.
Un lugar en el Caribe de Juan Carlos Fanconi es el mejor ejemplo.
Fanconi tiene un alto respeto por el buen cine, y por eso se fue por algo que es fundamental: escogió buenos actores.
No sé cómo le hizo para conseguir los fondos para filmar Un lugar en el Caribe en Islas de la Bahía, pero el resultado es una película que a mí me gustó muchísimo.
Por desgracia, no todas las películas hondureñas tendrán ese nivel, y tendremos que soportar comedias baratas en las que se nos retrata como un país de gente naca, ignorante y ridícula, aunque de buen corazón.
Y aún así tienen el descaro de decirnos que “Hay que apoyar lo nuestro”.
Por muy basura que sea el producto final.