por RAMÓN LÓPEZ P.
Los capitalinos seguimos viviendo un Vía Crucis con el tal Trans, popularmente conocido como el “Transe”.
Durante meses, hemos tenido que soportar la ineptitud de las autoridades, quienes cambian el sentido de las vías de un día a otro y no dan explicaciones reales de qué se hará al fin en los tramos que dejó Ricardo Álvarez.
Y así, donde ayer podías correr y andar en bici, hoy es utilizada por automóviles. Al día siguiente está cerrado, más tarde es para la otra vía y te multan si vas para el otro sentido… Lo abren, lo cierran, los destruyen…
La última “gracejada” –palabra hondureña que equivale a pendejada-, es que han destruido una buena parte del Trans no se sabe con qué intenciones.
¡El colmo!
Ese es dinero despilfarrado que el pueblo capitalino debe pagar de su bolsillo. Qué bonito, ¿verdad?
¿En qué cabeza desconectada de este mundo cabe pagar obreros e invertir en los materiales de construcción, para después deshacer la obra?
Realmente es una burla que las autoridades anteriores hasta hayan tenido el descaro de inaugurar este proyecto apestoso a corrupción.
Da tristeza la apatía de los habitantes de Tegucigalpa, a quienes no vale lo que hacen con nuestra ciudad.
Ahorita que ya estamos de regreso de Semana Santa, empezará el macaneo con unos congestionamientos perros, todo por culpa de Ricardo Álvarez, y del actual, Tito Asfura, que en una falsa solidaridad con su correligionario, evita hablar claro y pelado del Trans y decir si al fin este proyecto va o no.
Como Pilatos, todos se lavan las manos.
Esta historia continuará, y no se descarta que luego hagan una pista de patinaje, una túnel, que lo habiliten otra vez para correr.
Dios, no los perdonés, porque bien sabían lo que estaban haciendo.