FOTO: Diario La Prensa.
Todo es una mentira, absolutamente todo. Jorge Luis Pinto no tiene la más mínima idea de cómo lidiar con jugadores conformistas que se creen Messi y no llegan ni a jugadores profesionales.
No voy a cuestionar la entrega, pero si voy a cuestionar la capacidad, la cabeza fría que se debe mantener en estos momentos de inteligencia aplicada a la cancha, de estrategias para poder romper los cercos defensivos que ofrecieron los ticos.
Es impensable como dejan cabecear a un defensa central en el borde del área chica. Eso no es culpa de Pinto, simplemente no recibieron la enseñanza cuando jugaban en la categoría mosco.
No es posible que Costa Rica termina dándonos un baile en el segundo tiempo. También es mentira que la hora del burro, a las 3 de la tarde, con 42 grados Celsius nos ayude como obra y gracia de Dios y el Espíritu Santo para derrotar a nuestros rivales.
Mentira que el pueblo tiene dinero de sobra para ir a ver cómo los jugadores de Honduras no pueden ni siquiera hilar tres pases seguidos.
Mentira que somos capaces de enfrentar esta justa mundialista porque los jugadores que tenemos afuera buscan consolidarse económicamente pero al final no logran ser referencia, ni siquiera estrellas. Es mentira que vienen a meter la pierna por Honduras.
Duele ver cómo un grupo de jugadores no dan el alma, la vida y el corazón por este país que a pesar de tooooodas las dificultades no se parten el pecho por hacer pesar la localía.
Honduras se quedó corto y la ruta a Rusia 2018 está lejos, muy lejos. Los jugadores hondureños tienen apetito, pero no tienen hambre de comerse el mundo porque ya se acomodaron a sus equipos de MLS, segunda división en Europa y su futuro económico ya está asegurado. Su camino como estrellas del fútbol aun no empiezan a demostrarlo porque en este momento estamos eliminados de la próxima Copa del Mundo.
A la larga ellos seguirán bien y el pueblo que los apoyó a morir en las mismas condiciones de lucha por sobrevivir. Quedan dos opciones: Reaccionar o renunciar.