“Si un equipo nos metió cuatro, nosotros perfectamente podemos meter seis”. Esas fueron las palabras de Luis Enrique en la conferencia de prensa, un día antes de enfrentarse al PSG.
Barcelona estaba cuesta arriba. El 4-0 del partido de ida era demasiado para cualquiera, incluso para un club que cuenta con Messi, Neymar, Luis Suárez, Iniesta…
El DT del Barcelona también mencionó en esa conferencia de prensa la palabra FE. Fe en sus muchachos, en el proyecto, en sus propias capacidades de líder de un vestuario que ha de ser jodido manejar.
Los jugadores, por su parte, al ser entrevistados, mencionaron la misma palabra: FE.
Fe que da el trabajo duro, la pasión, la creatividad, el coraje, el carácter. Fe en ellos mismos.
FE.
Si remontar el 4 a 0 parecía una misión imposible, el 3 a 1 lo era aún más. El gol de Cavani hubiera sido el final. Para los del Barcelona, vaya locura, no lo fue.
Cualquiera hubiera bajado los brazos. Cualquiera se hubiera echado a morir. Pero el Barcelona no es cualquiera.
Creer en lo imposible y luchar con pasión hasta el último segundo es la lección que el Barcelona no dio ayer. Fuera de los comentarios superficiales que ha habido en las redes sociales entre los hondureños, este 6 a 1 nos da una lección de vida.
¡De eso es que debemos sacar lecciones, no de las bobadas esas de “Mi equipo es el mejor del mundo y el tuyo no”, “Mandriles”, “Farzas”…
Eso es una pasión de ignorantes que nada tiene que ver con lo bello que es el fútbol.
El PSG, por su parte, también nos da lecciones, aunque sean en sentido negativas. Al contrario de los jugadores del Barcelona, los del equipo francés no creyeron en ellos mismos, ni siquiera con esa ventaja de cuatro goles.
Aquellos tenían FE. Estos tuvieron miedo y se dejaron vencer por la cobardía. Es verdad que el árbitro fue determinante en varias jugadas, pero el PSG no merecía eliminar al Barcelona.
Seamos seguidores del Madrid, del Bayern, de la Juventus (como es mi caso), la remontada jamás será olvidada.
FE. FE. FE. Fe en nosotros mismos a pesar de los obstáculos. De eso nos hace falta muchísimo a los hondureños.
