¿Alguien por casualidad sabe quién es Ingrid Florencia Alvarado Lanza?
Bueno, posiblemente la mayoría de ustedes hasta hoy conocen su nombre, pero tranquilos, es algo normal, sin embargo será muy difícil olvidarse de ella después de que conozcan su historia.
Hablamos de una mujer de 41 años de edad, graduada de Derecho con excelencia académica en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH); actualmente labora como asesora en la Secretaria de Trabajo y Seguridad Social… ¡Ah! Y además de ello es una persona no vidente.
Ella se encuentra en el área de atención al cliente para asesorar a todos y cada uno de los que llega con una duda sobre temas laborales, pero detrás de las leyes y de todo ese conocimiento acumulado es indudable que Ingrid se ha convertido en un ejemplo a seguir de muchas personas en el país.
“Yo trabajo aquí hace diez años, entre en el 2006, empecé hacer mi práctica aquí y me terminé quedando (…) Mi trabajo es dar asesoría legal para todas las personas que tengan problemas en su trabajo, más que todo si tienen problemas con despidos”, mencionó Alvarado.
Bien lo dijo en su momento una leyenda del patinaje artístico y máximo representante de los atletas especiales, Scott Hamilton: “La única discapacidad en la vida es una mala actitud”, y créanme, Ingrid Alvarado no tiene discapacidad alguna.
Esta mujer es una guerrera y sin duda un ejemplo para todos los hondureños, ya que ha tenido que luchar con su ceguera desde el nacimiento, algo que para muchos sería un impedimento para salir adelante en la vida.
“Desde que nací me trataron como una persona normal para que me valiera por mí misma, nunca me anduvieron minimizando”, expresó Alvarado.
Ella desde pequeña asistió a la escuela como una niña totalmente normal, y fue ahí donde aprendió a leer, claro, bajo el sistema braille, comenzando así su historia de superación.
Ese solo fue el comienzo para luego seguir subiendo como la espuma, plantarse ante la vida para ser una abogada, y no solo eso, sino ser una de las mejores del país.
“Mi decisión de estudiar leyes la tomé desde que estaba en el colegio, me llamaba mucho la atención cuando mirábamos una materia orientada a eso”, dijo Alvarado.
Claro, todo esto no pudo ser posible sin la ayuda de personas buenas o “Ángeles”, como ella los llama; catedráticos, compañeros, amigos y familiares.
“Los licenciados de mi carrera eran bien abiertos, y mis compañeros también, así que me ayudaban tal vez a dictarme más lento”, agregó Alvarado.
Esta mujer lleva su vida como cualquier otra desde que se levanta a bañarse, arreglar su ropa, hacer su comida e ir a la oficina.
Así que si usted que está leyendo esta nota lo animo a que no se ponga barreras en la vida, porque si esta guerrera pudo, usted también.
Además lo invito a que se de una vuelta por la Secretaria de Trabajo y salude a mi amiga Ingrid Alvarado, les aseguro que la pasarán muy bien con ella.
Fotos: EL OSO MONTERO.
