Foto de Grupo OPSA
Hay cosas que simplemente no se puede ocultar; en mi caso, nunca he escondido mi amor por el azul profundo, pues desde que tengo uso de razón soy seguidor del Motagua y lo seguiré siendo por el resto de mis días, a pesar de que de una manera u otra el periodismo haga lo posible por apagar ese sentimiento.
Cuando escribo frente a mi computadora, cuando estoy frente a los micrófonos de la radio, o en general, cuando realizo labores periodísticas, tengo que dejar de lado la camiseta, tengo que ser parcial y aunque es algo difícil creo que es algo que he conseguido.
En fin, este miércoles en el Estadio Nacional de Tegucigalpa se desarrolló un encuentro de mucha importancia, ya que el Olimpia y el Pachuca de México se disputaban la clasificación a los cuartos de final de la Liga de Campeones de la Concacaf, así que la hinchada merengue tenía totalmente prohibido fallar.
El clima no fue el más favorable por el tema de la lluvia, sin embargo esa no fue excusa para la afición olimpista, esa que se hizo presente al inmueble capitalino y además se hizo sentir en cada minuto, acompañada por uno que otro colado, entre ellos este motagüense de San José de Soroguara, o sea, su servidor.
https://youtu.be/cSPQ7oIdP08
No seré hipócrita; no les diré que andaba apoyando al Olimpia o algo por el estilo, no jugaba mi equipo, así que no tenía por que andar socando por resultados, simplemente asistí al Nacional para disfrutar del fútbol, además de darle una palmadita en la espalda al vecino y desearle éxitos en dicho encuentro, por el bien del balompié hondureño.
Ante tanta ilusión y entrega por parte de los aficionados fue imposible no guardar esos bellos momentos que te brinda este hermoso deporte, esa pasión que se demuestra en un grito, un movimiento o una mirada, como la de este seguidor minutos antes de comenzar el partido.
En el olvido quedarán aquellos aficionados que abandonaron antes de tiempo el inmueble, aquellos que lanzaron objetos a la cancha con la intención de lastimar a alguien o incluso aquellos mismos que se golpeaban entre sí; todos recordarán a la mayoría, esos que nunca dejaron de gritar y a pesar de la lluvia y el apagón dieron lo mejor de sí mismos con un solo objetivo, inspirar a sus futbolistas.
Lamentablemente tenemos que esperar este tipo de partidos para ver como la pasión por el fútbol nos vuelve locos a los hondureños, tal y como sucedió aquel 20 de octubre del 2015, cuando Motagua empató 1-1 ante el América, siempre en el Estadio Nacional.
En fin, aficionados merengues… ¡Gracias! Gracias por demostrar el amor por su equipo, por hacer que el Pachuca se sintiera visitante y por regalarme una bella velada con disfrutando del deporte que más amo.
Olimpia no se puede quejar, la hinchada respondió y lo hizo de gran manera, pero lamentablemente su ilusión se apagó. Así es el fútbol.
Por cierto, nos vemos el domingo; que gane el mejor.