Viviendo en el país de la intolerancia.

Siempre hay alguien con problemas más grandes que uno.

Recién estaba pensando y decidí escribir sobre este tema. Poco a poco hemos perdido la sensibilidad en este país. Poco a poco nuestra sociedad se ha convertido en un problema pseudo materialista que no piensa más que demostrar quien tiene más.

Nadie se puede equivocar, nadie conoce de tolerancia, nadie quiere aportar al cambio y no necesariamente tiene que ser político.

Tengo casos puntuales. El caso de Emilio, La Independencia, el caso de la magistrada. Son tres casos que  han estado en nuestras redes sociales por la simple y sencilla gana de exponer a las personas. A ver. Quiero darme a entender de la manera más sencilla con cada uno de estos puntos.

Al inicio del caso de este niño Emilio, TODO mundo lo juzgó por semejante golpiza al otro niño. Mucho más delgado y pequeño, ni metió las manos. Después surgió la versión de que Emilio defendía a una niña que resultó ser familiar a la cual el niño agredido le había “tocado las nalgas”. Recuerdo cuando estaba en la escuela, todos nos jodíamos entre todos. No tuve secuelas, daños permanentes. Ahora las golpizas están en las escuelas públicas y privadas haciendo presencia entre tanta tecnología manejada por los estudiantes. Tuve celular hasta que entré a la U, nunca supe que era tener cel en la escuela, peor para subir un video de esta categoría a redes sociales. Creo que sólo Hi5 existía cuando comenzó todo este rollo.

El punto es, que a este pobre niño si le marcaron la infancia. Se preguntarán el por qué le digo “pobre”. A él se le logra ver el rostro durante todo el video. Más de 300 mil reproducciones en redes sociales, su nombre circula por memes y burlas. Todo mundo omite sus palabras: “mañana le vas a pedir perdón”. Un grito al fondo; “sos un estúpido”. Toda acción viene con una reacción. ¿No es así como nos manejamos en la vida? No tratemos de ser moralistas puritanos cuando en muchas circunstancias en nuestras vidas actuamos peor. Si, claro al chavito este se le pasó la mano. Definitivamente que la golpiza da miedo, pero el trasfondo del asunto es algo más preocupante; ¿Qué va a pasar a partir de este momento?

Se los dejó a discreción para que lo analicen si Emilio hubiera sido su hijo, hermano o primo. ¿Lo juzgarían igual?

2. La Independencia. Se preguntarán que diablos tiene que ver esto con todo el tema. Las fechas patrias han pasado de tener un color y sentido de identidad nacional a esperar quién será la nueva palillona, la más bonita, la que se ponga de moda. Admiro a los que aún celebran la fecha de Independencia. Tal vez no sea la persona más patriota del mundo, pero no me ahogo despotricando en contra de todo lo malo. ¿Para qué? Para seguir aportando en todo lo malo que política, social y económicamente tenemos aquí en nuestro país? No, me rehuso a ser parte de la destrucción emocional de un país que necesita volver a creer en la palabra esperanza, apoyada de varias cosas. Estoy clara en eso. No crean que vivo en una burbuja.

3. La magistrada que no sabe cuántos artículos tiene la constitución. ¿Y vos que la criticaste tanto si? No seamos hipócritas. Ni siquiera recordamos los derechos y deberes que tenemos como hondureños en su totalidad. En teoría si, pero en la práctica pareciera que no. Lo que si me indigno de esta señora, fue el hecho que no dijera las virtudes que hacen más fuerte a una mujer. Cualquier mujer que es luchadora exagera con su respuesta en cuestión de segundos.

¿Ven la paradoja de estas líneas? Asimilan la contradicción en la cual vivimos hoy en día. La crítica es permanente. La intolerancia ante los errores de los demás es extrema, pero cuando se trata de nosotros. Cuando se trata de recibir esas críticas, nos ponemos en el plan de víctimas. Karma, es tan real como el odio que emanamos en nuestro diario vivir.