Franco y Clarita son la mejor pareja del mundo. Tipo relajado y libre, la única preocupación de este argentino es, según sus propias palabras, “¿Dónde le voy a cantar al viento?”. Ir al baño. O en buen catracho…¡Cag…!
Clarita es su amor. Y la trata como tal, a pesar de que es una “Kombi” (VW).
Doce países han recorrido estos amigos inseparables. Para sobrevivir, Franco vende choripanes y sándwiches a cada lugar al que llega. Honduras no fue la excepción. Antes de acelerar motores hacia El Salvador lo entrevistamos y con su acento de “cho” -en lugar de yo- y malas palabras nos contó sus mil y una historias.
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Vamooos, Clariiitaa…
¿Quién es Clarita?
¿Y queeé te digo? Es mi hermana más chica, aquí vivo, aquí como, aquí lloro, río, canto. Es mi carro, mi restaurante y mi trabajo. La tengo desde hace sha (Ya) cuatro añios (años).
¿Hace cuánto saliste de Argentina?
Salgo hace cuatro añios de Argentina, shooo tomé a Clarita prendida en fuego, no tenía ni la más mínima puta idea de mecánica, a puros golpes he aprendido.
¿Cuántos países te quedan por recorrer?
Ocho países, si cuento Alaska y Estados Unidos. Tengo pensado pegar el salto a Rusia; ya estuve en Brasil 2014.
¿Qué recuerdo traes de cada país?
Lo mejor y lo peor de cada país es la gente, todo depende cómo vivás tu viaje, a mí me decían que aquí en Honduras me iban a matar a tiros, así como en Colombia. En Paraguay son muy pobres, pero cagate, que es un país donde te dicen “ Veni échate un asado”. Aquí en Honduras las buenas baleadas me gustaron. Lo mejor que me llevo es la convivencia.
¿Cómo llegás a Honduras?
Pura coincidencia, solo iba de paso, no tenía la más mínima idea de quedarme, ya son tres semanas y tengo que salir para El Salvador. Una gente me contacto y me dijo “Venite a Tegucigalpa”.
¿Con que propósito salís de Argentina?
Quiero vivir libre y darle valor a la vida y conocer el mundo, no quiero tomar un avión. Estudié Mercadeo, estaba cansado de vivir la misma rutina de siempre, trabajaba en el área de mercadeo de New Balance, esa boludés no era lo mío, tenía que ver qué había más ashá de Buenos Aires. Ahora estoy más que contento. En Buenos Aires solo es casarte, tener hijos y morirte.
¿Te bañás?
Tengo el privilegio de cagar y de bañarme dónde y cuándo quiero, y ni se te ocurra la idea de pedir agua caliente; hay días que me baño en las gasolineras en la madrugada y empelotado (desnudo).
¿Comida y bebida que más te ha gustado de Honduras?
La baleada y la Imperial… El guaro es otro bussines, dos de esos y te enquilombás, te perdés, boludo.
¿Se queda la Kombi en Alaska?
Noooo, pelutodo, si la Kombi se queda es porque Franco se queda, la Kombi no se bota. Quiero llegar a Rusia y lo voy hacer en la Kombi.
¿Qué extrañás de Argentina?
No jodás, el estar en Skype y que me digan “Mirá, boludo estamos en un asado” y quizás sho esté en una montaña congelándome las nalgas y tal vez me toca ver esa foto en un momento jodido.
¿El mayor reto?
La pura inseguridad de que te metás en un quilombo en cualquier parte.
¿La policía cómo te trata?
Tenés que quedarte callado, boludo, no es tu país, la policía en todos lados busca molestar, te preguntan “¿Qué hacés?”… Mi respuesta es “¿Qué querés que te diga? Soy argentino, vendo sándwiches, me dedico a viajar. Así como sos policía, yo vendo sándwiches”.
¿Haz escuchado hablar de Bennett?
Sí, claro… ¿Cómo no olvidar al Negro Bennett? Sho jugaba con él en un juego y cuando no estaba lo compraba, díganle que le manda saludos este argentino hincha de Vélez que lo recuerda siempre.
Y con ese saludo al Negro nos despedimos de Franco y de su Clarita. La hora de dejar las baleadas había llegado. Al otro lado de la frontera, en El Salvador, lo esperaban las pupusas.
