“¡Hola! Voy a ser Periodista igual que vos, seré tu colega”.
Esas once palabras llamaron totalmente mi atención, pero… ¿Quién las había dicho?
Mi sorpresa fue mayúscula al notar que aquella oración había salido de una personita que me llegaba a mis rodillas; obviamente me tuve que agachar para saludar a mi futuro colega y decirle: “¡Upa! Me vas a quitar el puesto”.
Rápidamente me dijo: “Soy Juan Antonio Mairena”, y como por arte de magia me enamoró. Una niño muy apuesto con una sonrisa de oreja a oreja, un hombre muy educado, a pesar de su corta edad; mi nuevo colega solo tiene cinco años y es no vidente.
Como ya entramos en confianza nos sentamos a platicar, a tener algo así como una entrevista (recuerden, estábamos de colega a colega) así que fue directo al grano.
Me empezó a contar que él quería ser un periodista porque quería sobresalir en el país y ser famoso, además me dijo que ya podía contar hasta el 100, y claro, me lo demostró diciéndome cada uno de los números.
“También puedo cantar, te voy a cantar los pajaritos van en él aire”, dijo Juan.
Sin duda alguna un niño feliz, lleno de sueños, que vive cada segundo con una pasión incomparable y que estoy segura se convertirá en el ejemplo de vida para muchos, por que para mí ya lo es.
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Estar sentado definitivamente no es lo nuestro, entonces Juan me invitó a que camináramos porque ya le habían dicho que estábamos en un parque, y en éste había un deslizador, algo que lo llenó de emoción; no sabía cómo reaccionar porque tenía miedo a que se fuera a golpear o algo por el estilo, pero en cuestión de segundos me demostró que él iba paso delante.
“Yo puedo solo, también se cuál es la derecha e izquierda porque mi mamá de corazón me enseñó”.
Cada una de sus palabras transmitía ternura, me llenaba de emoción y me hacia respirar con tranquilidad, viviendo esos momentos que no son muy comunes en la vida.
Una vez encontrado el deslizador yo pase a quinto lugar, y me dijo: “Voy a jugar, después hablamos”.
Una vez sola, me fui a hablar con Ena López, su madrina, quien me habló más sobre este pequeño luchador.
Juan es originario de una aldea de Trojes, El Paraíso. Su madre biológica padeció de bocio años atrás, así que los doctores le habían prohibido tener hijos; con el tiempo salió embarazada y Juan se convirtió en un embrazo no deseado, no cuidado y no controlado.
“Nosotros nos dimos cuenta un 27 de diciembre, dos días antes de que Juan naciera, Juan nació un 29”, expresó Ena.
Debido a los efectos de los medicamentos tan fuertes que ella había recibido Juan nació con ceguera.
“Él nació ciego y aparte de eso con estrabismo”, agregó Ena.
Por cuestiones de cultura, educación, ignorancia o por el que dirán su mamá lo mantuvo en un cuarto aislado de la sociedad, a tal grado que a los 10 meses de edad, Juan no se podía mover , ni hablar, además se encontraba en un grado de desnutrición altísimo.
“Cuando me di cuenta que estaba en ese estado inmediatamente me lo traje, cuando él llegó a mi casa llegó en un estado deplorable, todo sucio, delgadito”, afirma Ena.
Ena junto a su madre se hicieron cargo de inmediato llevándolo a los especialistas y dándole el cuidado que necesitaba.
“Mi mamá y yo de inmediato lo llevamos donde especialistas, neurólogos, pediatras, genetistas, en fin, recorrimos a todos, y nos dijeron que si no lo hubiéramos llevado ese niño se muere”, dijo la madrina de Juan.
Lo primero que le detectaron fue síndrome de privación social, es por esta razón que no se podía desenvolver bien aparte de toda la desnutrición que tenía, un tratamiento duro pero, poco a poco fue recuperándose.
“Cuando Juan ya se movía para nosotros era una alegría increíble, todos saltábamos en la casa”, dijo Ena.
Este pequeño ama a su familia; considera que Dios lo premió con dos mamás, una biológica porque su sangre corre por las venas y otra del corazón porque Dios así lo quiso.
Esta familia nunca ha recibido apoyo de nadie más que de ellos mismos, es por ello que hacen el llamado a que por favor las autoridades correspondientes le den una beca de estudio a Juan para que su sueño se pueda cumplir y ser un gran periodista.
Fotos: SERGIO MONTERO
