Se les agradece que nos hayan hecho soñar, primero con el oro, y después con el bronce, y con una participación digna, aunque con números negativos: dos triunfos, tres derrotas y un empate; ocho goleas a favor y catorce en contra.
Resignados, como siempre. Desinflados del ánimo, porque de nada sirve ese consuelo (consuelo de derrota al fin), de “Nunca habíamos llegado hasta aquí” o “Estamos entre los cuatro mejores a nivel olímpico”.
No podemos vivir de espejismos. La realidad, aunque duela, es que no pudimos ganar la medalla con la que tanto hemos soñado durante décadas.
Tan cerca… y tan lejos.
Nada que reprocharles a los muchachos. Lo dieron todo, pero no bastó. Era difícil con una defensa que durante todo el torneo dio facilidades.
Hay aplausos para premiar el esfuerzo y aplausos para los que suben al podio. Pasarán muchos años, quizás décadas, antes de que un hondureño gane una medalla.
Doloroso… y real.
Decir que “Otra vez será” es de tontos. Era hoy, no mañana, tampoco pasado, o la otra semana, o dentro de cuatro años, en Tokio.
Hoy, carajo, era hoy. Ustedes, cipotes de la Sub 23, lo saben mejor que nadie. La tuvieron en sus manos… y la dejaron ir. Por las razones que sea, pero se quedaron sin el bronce.
¿Pero para qué hurgar más en la herida?
Gracias, gracias.
Por tanto.
Y por tan poco…