(Tomado del Facebook del sacerdote católico Juan Ángel López).
Esta fotografía me ha partido el alma. Somos una sociedad que se preocupa más por un partido de fútbol o por las “mandracadas” de los políticos de siempre que no tienen conciencia, sólo intereses personales; cuando hay tantos hijos, como este muchachito, que ven morir a los suyos, por culpa de la maldita delincuencia, bajo la mirada complaciente de la indiferencia casi total de aquellos que deberíamos de trabajar por cambiar todo esto.
Encomiendo el alma de don Marcos Padilla, pero sobre todo el corazón de su hijo y su familia. No los conozco, pero no necesito hacerlo, porque me basta con saber que hoy son ellos los que suman a los miles de hermanos que necesitan una palabra de esperanza, pero también la férrea voluntad de que todas estas desgracias, no nos harán alejarnos del plan de Dios, de seguir haciendo el bien, porque el mal nunca tendrá la última palabra y Dios no es ciego.