Este fin de semana, mientras me tomaba un café con mi familia, en la mesa de la par estaba un grupo de mujeres que hacía lo mismo, nada del otro mundo pero me llamó mucho la atención lo exaltadas que estaban.
Sus comentarios eran de “Pu… en Honduras deberían aprobar el aborto, ya es tiempo de que nosotras decidamos”. Otra decía: “Es mi cuerpo, yo decido”.
Me pareció interesante que sea una persona que nació la que esté de acuerdo con el aborto; es más, lo veo como una de las grandes ironías de la vida.
¿Yo debería estar de acuerdo con el aborto?.
Definitivamente que no puedo estar de acuerdo con el aborto. ¿Por qué?
Mis principios cristianos no me lo permitirían, si bien es cierto la Biblia no tiene un versículo bíblico específico que hable sobre el aborto, pero sí hace mención sobre de que NO MATARÁS.
Para mí, desde el momento que es fecundado eso ya es una vida, así que sí cabe ese mandamiento.
Pero ustedes me dirán “Es mi cuerpo, yo decido”. Es cierto, pero creo que eso no les da el derecho de decidir por alguien que es indefenso.
¿Quiénes somos nosotros para negarle la vida a alguien?
¡Sí, hay que decir! Decidir usar un preservativo como precaución.
Me parece un acto de cobardía hacer esto y no asumir las responsabilidades.
Yo no podría vivir con el sentimiento de hacerle daño a alguien que es sangre de mi sangre y huesos de mis huesos.
Así que definitivamente no podría estar de acuerdo ni apoyar el aborto.
Pero ojo: es mi opinión. Es mi decisión, no la suya, usted puede hacer lo que le venga en gana. Y si aborta, no la juzgo ni la señalo, y hasta nos podemos ver en algún lado para tomarnos un café.