Los dos se llaman Marvin y son asesores de altos personajes políticos. Ambos están estrechamente ligados al departamento de Cólón: uno porque allí nació; el otro porque fue en esa zona donde trabajó con grupos campesinos.
Son de orígenes humildes.
Marvin Ponce es famoso por sus escándalos, el más reciente de ellos cuando le lanzó agua al economista Nelson Ávila y luego le estrelló un vaso.
Marvin Figueroa práticamente es un desconocido en su país y entre su propia grupo étnico (garífuna), a pesar de que es uno de los asesores políticos de la campaña presidencial de Hillary Clinton.
Marvin Ponce, por su parte es -o era, o dejará de ser, aún no se sabe-, uno de los asesores del presidente Juan Orlando Hernández.
Los Marvin vienen desde abajo y se han abierto paso en la vida a puro carácter, disciplina y tenacidad.
Marvin Figueroa se fue de Honduras a estudiar a Estados Unidos y se graduó en Harvard, una de las universidades más prestigiosas del mundo.
Marvin Ponce fue asesor de grupos campesinos en una época en la que te podían acusar de subversivo por eso… Y luego torturarte y desaparecerte del mapa.
Marvín, el garífuna, mantiene perfil bajo, es elegante, equilibrado.
Marvin, el que se crió en la colonia San Francisco, es barrio puro, se baja el canasto y le mientra la madre a cualquiera con palabras de todos los calibres.
Marvin Figueroa viste impecable de saco y corbata.
Marvin Ponce también, pero de vez en cuando le da por deshacerse el nudo y tomerse selfies donde enseña el ombligo que le brota.
Dos Marvin. Dos historias distintas. Uno odiado; el otro admirado.
