En una universidad hay muchos puestos de comida, pero como característica general son las mujeres las que están a cargo de las casetas.
No es que el hombre no pueda; simple y sencillamente es que así se dan las cosas.
Pues hoy me encontré en la Pedagógica con la historia de un hombre vendiendo tajadas de yuca, malanga, papas, plátano y mínimo, además de naranjas y mangos.
Le compré naranjas y me puse a platicar con él.
Le pregunte a qué hora se levanta y su respuesta fue a las 3:00 de la madrugada ya que tiene que ir a traer el producto a la salida al norte del país, después de eso pasar recogiendo su mesa, el mantel, los encurtidos, la sal y las especias, que no le pueden faltar.
“Es un poco complicado, porque vengo con todo eso, más las cajas de tajadas y los mangos, tengo que buscar con tiempo que un taxi me quiere traer”, me dice Merlin Rodríguez.
En cajas lleva 400 bolsas de tajadas con la esperanza de venderlas sí o sí, porque para el día siguiente ya no sirven pues se ponen “talludas”.
Cuando le pregunté si la esposa le ayuda a vender, se quedó callado, pero con su cara lo dijo todo.
“Tita… No tengo esposa, me abandonó, nos dejó solos, yo me quedé con mis dos hijos”, respondió.
¿Cómo le hace? -le pregunté.
Se empezó a reír. “Por eso que me levanto a esa hora, tengo que planchar los uniformes y dejar la comida también”, dijo.
Mi mamá los cuida, pero por eso tengo que hacerle huevos aquí, porque de este negocio comemos mi mamá, mis hijos, mi hermana menor y yo -agregó, mientras preparaba unas naranjas.
Así como dicen que hay madres bien madres, también se encuentran padres bien padres que dan todo por sus hijos.
Merlin se va de la Pedagógica hasta las 9 de la noche y lo hace con la alegría de de quien luchas en la vida. Y los resultados son extraordinarios, ya que los dos están en el cuadro de honor.
Así que si usted pasa por ahí lo invito a que se acerque y compre aunque sea una naranja y le ayude a Merlin, pues de naranja en naranaj saar a sus hijos adelante.