Cuando andar encapuchado es un delito…

Hemos demostrado una vez más que los hondureños no somos buenos para solucionar los problemas con el diálogo. Seamos jóvenes, viejos, ñurdos, derechistas, pobres, ricos (barcelonistas o madridistas o admiradores de Messi o CR7, porque esto ahora también es parte de nuestro ADN), nos denomina un mal común: SER PENDEJOS.

La intolerancia y la soberbia se imponen sobre la razón. No la razón de “Yo la tengo y vos estás equivocado”, sino la razón del pensamiento.

En otros países, los estudiantes universitarios resuelven las cosas a balazos, con cocteles molotovs y destruyendo la propiedad privada. Acá utilizaron métodos más pacíficos como ponerse capuchas, tomarse edificios y apiñar escritorios en los pasillos.

Es fácil acusar de mediocres a los que se oponen a que el índice para pasar sea de setenta.

A mí me parece bien que así sea, que eleven los estándares, pero el asunto no es venir e imponer las cosas, como pretendían las autoridades sin antes tomar en cuenta ciertas condiciones.

¿Puede haber excelencia con un alto índice de maestro mediocres, desactualizados y acosadores?

¿Se les puede exigir excelente académica a alumnos que siguen las clases encaramados en las ventanas?

¿Pueden alcanzar la excelencia un alumno que llega con malas bases del colegio, donde fue “formado” por maestros que se la pasaban más en las calles quemando llantas que en los salones de clases?

Tampoco digo que todos en el movimiento estudiantil sean santos o apoyen la lucha por principios. Aquí hay mucho de “unos a la bulla, otros a la cabuya”…

Sí, sí hay vagos, y ociosos, y buenos para nada, y malos alumnos, pero no por eso hay que satanizar a un movimiento en el que hay ideales, principios y muchos reclamos justos.

Pero supongamos que los estudiantes estaban equivocados en sus planteamientos.

¿Desde cuándo estar equivocado es justificación para que los policías (irónicamente a los que la rectora tanto ha criticado  combatido), lleguen como quien se va a enfrentar a pandilleros y suban a los muchachos a las pailas de las patrullas de la misma forma en que se hace con los delincuentes?

¿Cómo podemos aspirar a la excelencia en un lugar en el que no hay espacios ni tolerancia para el debate de ideas y el diálogo?

Hay más debate, mejores ideas -y hasta alegría-, en las mesas de una cantina que en esta Universidad acartonada y aburrida que rehuye al diálogo y que recurre OH, IRONÍAS de la vida, a aquella institución a la que su máxima autoridad (o sea, la rectora), ha señalado públicamente de ser una manzana podrida por la corrupción.

Nadie dice nada de la arrogancia de empleados de segunda categoría de la Universidad que, con poses de grandes señores y señoras, recurren a la “genial” estrategia de llamar “vagos”, “mediocres” y “revoltosos” a los estudiantes.

Si esa era la única forma de solucionar el conflicto, pues hemos retrocedido a los años en los que los cavernícolas “arreglaban” las cosas a garrotazos.

Una vez más quedó demostrado que los fusiles, los toletes y las bombas lacrimógenas son efectivas con los más débiles.

A ver qué día de estos nos sorprenden y nos entregan -amarrados y en una patrulla-, a los peces gordos que saqueron el Seguro Social.

Tan solo por poner un ejemplo.