Seis de la tarde. Un camión deja la calle que conduce a Altos de Toncontín, frente al restaurante Típicos de la Costa, llena de grava.
El sargento Óscar Centeno y el oficial Laínez, ambos asignados a la posta de la Policía Nacional en Loarque, consiguen prestada una escoba y comienzan a barrer.
Diez de la noche. Centeno sigue barriendo, mientras Laínez les hace señales de precaución a los conductores que pasan a esa hora.
“Es peligroso, especialmente para las motocicletas. Por eso nos pusimos a barrer, para evitar algún accidente”, me explica Centeno.
Le pido que me deje tomarle una foto posada y se niega. “Van a pensar que estoy haciendo show”, dice.
En un descuido, sin embargo, logro captarlo. Pero se cubre la cara para protegerse del polvo y continúa en la faena.
El oficial Laínez tampoco acepta posar para la cámara. Solo presto un servicio a la comunidad -dice.

No es un acto heroico. Ni el sargento ni el oficial han liberado a un secuestrado; tampoco impidieron el robo a un banco.
Sin embargo, con su acción ejemplar con todo seguridad evitaron accidentes y no sería descabellado pensar que hasta le salvaron la vida a más de alguno.
Bien pudieron quedarse sentados en la patrulla. Hacerse los locos, como decimos. Pero no lo hicieron y por eso quise hacerles este pequeño reconocimiento.
Antes me daba pavor cuando una patrulla me detenía en horas de la noche. Temía la peor. Esta vez me detuve sin que me hicieran la señal de alto.
Me despido con un apretón de mano, y de inmediato siguen en la faena. Laínez, sobre la acera, les pide precaución a los conductores. Centeno barre.
