Iba rumbo a una pulpería a comprar algo para comer, cuando me encontré con Juan Carlos, este muchacho, anda con carreta en mano, decorada con cartones para que la fruta no se le arruine por el calor infernal que hace en la capital. Según lo que me contó, calculo camina un promedio de VEINTE kilómetros diarios.
Esta es la historia de Juan Carlos Canales, el hombre de la carreta.
¿A qué te dedicas Juan Carlos?
Soy comerciante. Vendo en una carreta frutas. Melón, aguacates, mangos, naranjas, guayabas y bananos. Camino desde el mayoreo allá por el Estadio Nacional hasta allá por Las Brisas. A veces hasta allá por el aeropuerto. Luego me regreso al mayoreo.
¿Caminas todo ese tramo?
Sí. Me vengo caminando y regreso caminando.
¿Dónde vive?
Allá por la Colonia Torocagua.
¿También te vas caminando?
Sí, por todo el Bule de las Fuerzas Armadas. Así aprovecho y voy vendiendo. Camino porque en los buses no me dejan subir con la carreta.
¿Cuánto vendes diario?
Dependiendo alero. A veces cuando es bueno, unos 1000 Lempiras. Cuando es malo, no menos de 300 “pesos”. Cuando vendo todo, se van 1500 Lempiras.
¿Tiene esposa? ¿Hijos?
Sí, tengo dos hijos. Una tiene 14 y otra tiene 12.
¿Ellas estudian?
Las dos las tengo en el colegio. ¡Gracias a Dios!
¿Por qué decidiste vender fruta?
Porque así como está la situación en el país no se encuentra trabajo. Soy técnico electricista, albañil, lo que quiera compa. Es más lo que invierte uno en sacar papeles. Uno los va a dejar para nada, porque solo le dan paja que lo van a llamar y nunca le hablan.
¿Por qué decidiste usar esta carreta con frutas y no una pistola para asaltar o hacer cosas indebidas?
Porque sería una vergüenza para mi familia. Alerito. Eso primero que todo. Uno es pobre, pero, debe darles el ejemplo a sus hijos.
Más que todo porque estoy y sigo en las cosas de Dios.
¿Queres dejar algún mensaje a los gobernantes?
Que den más empleo. Que den más educación. Porque por falta de empleo y educación es que hay tanta delincuencia, compa.
¡Muchas gracias Juan Carlos!
Mire que me llegó que me entrevistara, porque uno piensa que solo los que salen en la tele son los famosos. Gracias.
Una vez más, el Hacedor del Universo me pone una historia en el camino. En esta ocasión si les puedo contar que le compre frutas a Juan Carlos, de hecho, con eso almorcé ayer.
Me encontré con una persona muy humilde, trabajadora, sin miedo a nada, con la firme intención de seguir trabajando honradamente para llevar comida a su casa y poder mandar al colegio a sus hijas.
Concluyo que cada vez que usted vea a una persona como Juan Carlos o como Don Félix no se toque la bolsa, ayúdele sin dudarlo. Tampoco le regatee los precios a los vendedores como Juan Carlos, porque no debe ser fácil caminar 20 kilómetros diarios para que su familia tenga que comer.