¿Por qué odian al Matador?

Ídolo de la hinchada del equipo más popular del país, la luna de miel entre Wilmer Velásquez y el pueblo vive sus horas más bajas y amargas.

Hay divorcio a la vista.

A pesar de que jugó con Olimpia, Wilmer nunca fue odiado por los seguidores de los demás equipos. Sin embargo, su decisión de inmiscuirse en política y de optar a un cargo de diputado -sin estar preparado para ello-, le ha pasado factura.

Sus hazañas, goles y títulos ganados han sido opacados desde el momento en que se metió a político. Se le podía perdonar que fallara alguna ocasión clara frente al marco, pero no que esté sentado en una curul de la bancada nacionalista.

De nada sirve que sea el máximo anotador en la historia de la Liga Nacional con 196 goles, ni sus nueves títulos de campeón.

Por eso no fue de extrañar que, en lugar de felicitaciones por su cumpleaños cuarenta y cuatro (los cumplió el 28 de abril), lo que recibiera fuera insultos y señalamientos de todos los calibres.

Algunos injustos.

Otros verdaderos.

¿Qué ha hecho como diputado? ¿Qué leyes importantes han salido de su cabeza? Y, especialmente, ¿qué papel ha jugado en momentos claves como la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia?

No hay duda que muchos quieren a Wilmer y lo respetan. Pero comparado con los que lo adversan, ese mucho se vuelve poco.

Ahora hasta le sacan en cara que no hay triunfado cuando jugó en México, Chile y Brasil, y que su aporte en la Selección Nacional haya sido poco.

Como político, Wilmer conserva el carisma que tuvo como capitán del Olimpia. No es arrogante. Es sencillo. No actúa con maldad.

Eso, por desgracia, no ajusta al momento de hacernos algunas preguntas:

¿Se ha ganado El Matador el rechazo de la gente? ¿O somos injustos y quizás demasiado severos con él?

¿Cómo se le recordará de aquí a unos veinte años, cuando tenga 64? ¿Cómo una leyenda del fútbol o como un fiasco como político? ¿O ambas?

Solo el tiempo lo dirá.