Esto fue lo que dijo una menor de 17 años al referirse a su papá, el violador que abuso de ella desde que tenía 4 años, Micaela tiene 17 años, es del barrio porteño de Villa Urquiza, Uruguay y el año pasado decidió contar el sufrimiento que vivió durante los doce años que fue abusada sexualmente por su propio padre, al que también llama “asesino de almas”.
La joven armó un grupo de Facebook al que le puso de nombre “Por una infancia sin dolor”, en la que empezó a contar las cosas que había vivido. “Me llamaron de mi colegio y fueron ellos los que me ayudaron con este tema”, cuenta la joven.
Asistida por la escuela, la joven pudo denunciar a su padre. En su intento porque se haga Justicia, Micaela cuenta que su mamá si bien la acompaña en su terapia, no quiere que el hombre termine preso. “Yo tengo un hermanito de 7 años y mi mamá no trabaja, ella no quiere que él vaya preso, supongo que para no perder la plata que nos da de alimentos”, explica Micaela. “Mi madre supo de los abusos cuando ya era tarde”, revela.
En el grupo de Facebook, que tiene más de 6.000 miembros, Micaela va contando algunas cuestiones vinculadas a la denuncia, pero principalmente le sirve como un espacio de catarsis y ayuda a los demás. Allí explica, también, que desde chica se refugió en la escritura. Sus relatos y algunos poemas son escalofriantes.
Algo dentro de mí me lo decía, y aun siendo una niña, yo en el fondo lo sabía, aquella noche él regresaría.
Y así fue como la puerta se abrió, mis sueños interrumpió, el cuerpo me acarició, mis labios besó, y con malicia y perversión, mi alma para siempre destrozó.
Me obligó a callar, todos los días mi padre, mi cuerpo quería lastimar, no le importaba mi dolor sino su satisfacción.
Hablaba del abuso, mediante juegos y dibujos pero nadie parecía entender el lenguaje del silencio en el que se habla sin decir una sola palabra.
Está carta fue la que escribió en su página de Facebook titulada “Papá, te odio”, esto revela el nombre de su progenitor, como suele llamarlo. “’Papá’,
En otro posteo cuenta cómo comenzaron los abusos. “Empezó cuando tenía 4 años más o menos, con algo tan inocente como es un oso de peluche. Él tenía un gorila de peluche y yo una osita y me decía que eran novios y que él me iba a enseñar cómo había que jugar. Chicho se llamaba el gorila y Corazón mi osita. Era chiquita pero me acuerdo”, relata y agrega: “Tiré mil veces a Chicho con la esperanza de que ahí todo iba a terminar, era tan inocente…”
En diálogo con el diario Crónica de Uruguay, Micaela contó cómo era la mecánica que usaba su papá. “Entraba a mi cuarto, cerraba la puerta y me manoseaba, me tocaba y hasta me hizo participar en chats pornográficos cuando tenía 7 y 8 años”. Los abusos siguieron hasta los 16 años, cuando dejó de verlo.
Micaela también dice que nunca había contado lo que le pasó por miedo a que la juzguen. “Con 17 años no puedo ayudar como quisiera, sólo puedo decirles a todos los sobrevivientes que NO se callen, me costó mucho entenderlo, pero nosotros no tuvimos la culpa y la vergüenza la tienen que tener nuestro abusador/a, no nosotros”, afirma. Y sobre todo, pide a la sociedad que si sospecha de algún caso “no miren para otro lado”.
“Todos conocemos a un niño o a una niña, es responsabilidad de todos hacer que su infancia sea feliz y sin abusos. Si sospechamos de un abuso hay que hacer algo! No tenemos que esperar a que el niño crezca y confirme nuestras sospechas. Yo di muchas señales y solo hay dos opciones, miraron para otro lado o simplemente no supieron darse cuenta”, dice en un posteo.
“Voy a estar eternamente agradecida a mi colegio por haber denunciado, el único que supo e hizo algo”, reflexiona la joven.