¿Queremos clasificar o clasificar y competir por un objetivo?
Iniciemos recordando el gol de Costly en Brasil 2014, frente al Ecuador de Rueda, “El gol que rompió la maldición” de 32 años de sequía en Copas del Mundo.
Si no se clasificó antes fue por falta de trabajo psicológico, entrega, amor por la camiseta de todos. Y si no se anotó un gol en Sudáfrica fue por falta de talento. Tal y como pasó el viernes pasado en San Salvador.
Sin duda la culpa es de todos. De los directivos y cuerpo técnico que dejan como meta final, clasificar. Fortaleciendo la mediocridad y el conformismo que caracteriza nuestro fútbol, sabiendo que hay 8 millones de corazones que deseamos triunfos, que nos recuerden por la gloria alcanzada y no por los ridículos seguros que nos esperan en cada competición internacional.
Quizá el objetivo sea clasificar y cobrar el cheque. Dios quiera y esté equivocado, pero al parecer los antecedentes me dan la razón.
Si bien el viernes anterior tuvimos para ganar por un amplio marcador, los delanteros jóvenes fallaron muchas oportunidades claras, se la comieron casi en la raya de gol, aquí libero un poco de responsabilidad a Pinto.
Lo que no se perdona es no haber poblado más el medio campo una vez que El Salvador estaba rendido.
Algunos hablan del pasado, pero ni la gloriosa H de España 82, campeona en actitud y entrega, no pasó a la siguiente ronda a pesar de que sus jugadores dejaron todo en la cancha y no les alcanzó para más. Dos empates y una derrota.
La medalla de Plata en Winnipeg, el tercer puesto en Copa América 2001, los octavos de la H Olímpica en Londres 2012, los cuartos de final de la H17 en Emiratos Árabes Unidos en 2013.
Todo lo anterior nos deja recuerdos para enmarcar, pero ningún título para presumir. Las competiciones que no menciono, seguro provocan un recuerdo más amargo que tomarse una cerveza caliente.
Queremos compararnos con México, USA y Costa Rica. Nos preguntamos por qué no nos invitan a Copa América, si clasificamos a la Copa del Mundo, precisamente porque si nos dicen nombres como Trinidad y Tobago, Martinica, Guadalupe, Guyana Francesa, Fiji, El Salvador piensan que ya ganaron 5-0 y que se ganará solo poniéndose la camiseta y presentándose al campo. Dejando en evidencia la mentalidad pobre que sobresale en estos compromisos perdidos.
Costa Rica, tan cerca, pero, tan lejos, futura potencia de Concacaf, su primera aparición en un mundial mayor, Italia 90, ganó a Suecia y Escocia, perdió 1-0 frente a Brasil, y cayó en octavos de final frente a Checoslovaquia. En selecciones menores, se dan el lujo de ser protagonistas, en U20 llegaron a octavos en 2001 y 2011, en U17 octavos en 2007, cuartos en 2001, 2003 y 2005. Cuartos de final en Olimpiadas 2004. Y para ponerle la cereza al pastel, semifinales en Egipto 2009, para menores de 20 años. Cuartos de final en el mundial Brasil 2014.
Jorge Luis Pinto, ese técnico eufórico y exigente, ese que llevó a los ticos a tocar la gloria, es el que ahora dirige nuestra H amada, nos tiene a todos con la calculadora para ver si nos ajusta para clasificar a la Hexagonal del próximo año.
Espero entienda que los fantasmas viven en la cabeza del jugador hondureño, que ya no nos basta con clasificar, con recordar cada año un gol de Costly, o el “Aztecazo” o el penal de Benet frente a México, o las salvadas de Chocolate Flores frente a Brasil en Juegos Panamericanos; estamos esperando que vayan a competir para ser eternos. A darle gloria a esta patria que tanto lo merece.
Este fenómeno tiene que ver con un sistema de educación fallido, con un factor social. Esa mentalidad mediocre no solo es en fútbol, es en mil aspectos del país, espero algún día con dedicación y mucho trabajo, todo esto, quede atrás. Por nuestro bien y por el de nuestros hijos.
Señor Pinto. Espero logre el día de hoy, que todos los que vistan la camiseta de la H, pongan los huevos necesarios para que sus nombres sean recordados para siempre.
Rusia se ve lejos, pero esto se termina hasta que se termina.