Mientras otros jugadores le dicen NO a la H, Julio César de León pide a gritos una oportunidad. Pero Jorge Luis Pinto ha sido claro y, salvo una decisión de último momento, no llamará a RAMBO.
Para mí es un error.
Aunque está claro que RAMBO ya no tiene suficiente oxígeno en el tanque para jugar noventa minutos, aún posee el deseo, el talento, los recursos y la experiencia para aportarle a la Selección.
En estos momentos en que el barco se hunde, ¿qué perdería Jorge Luis Pinto si lo llama?
Tampoco me malinterpreten: RAMBO tampoco es -nunca lo fue-, el salvador. Nada garantiza que le meterá goles a El Salvador o que hará la diferencia si entra.
Sin embargo, tiene hambre, anda en un buen momento, físicamente puede jugar al menos 45 minutos a alto nivel y está motivado.
¡Y se muere por estar en la H!
Su presencia, además, puede servir para levantarle el ánimo a un grupo que da la sensación de estar desmotivado, apagado, confundido…
RAMBO ya no es el jugador inmaduro del pasado. De hecho, sus indisciplinas las hizo siempre con la boca, con comentarios que estaban fuera de orden…pero reales.
A pesar de lo que se cree, no bebe, no fuma y se mata en cada entrenamiento.
Su tiro libre (lo perfecciona cada día en el entrenamiento), su pegada de larga distancia -de izquierda o de derecha, da igual-, y sus pases siguen siendo un peligro.
“SOY UN CABRÓN PROFESIONAL”, dijo.
Y lo es.
Con Platense demuestra en cada partido que no ha perdido la magia. Su orgullo lo hace entrar a la cancha no solo con la idea de ganar cada partido de Liga, sino también de demostrar que sigue siendo una opción para la Selección Nacional.
“Si me tocara estar ahí yo sé que voy a hacer gol y vamos a ganar con la Selección de Honduras, pues la confianza que me tienen ustedes es impresionante y significa mucho para mí, nunca los he defraudado”, dijo el domingo, luego del triunfo ante Real España.
No hay ningún jugador hondureño que hable con tanta convicción.
RAMBO se la cree.
RAMBO lo es.
La H urge de alegría en el alma.
De una dosis de locura, de picardía de barrio, de espíritu de potra de calle.
La H necesita fe, y la de RAMBO no solo mueve montañas; también puede resolver un partido en cualquier momento…