Una caseta de madera color azul, con tres tinas enormes de aluminio, llenas de aceite que no paran de burbujear por lo caliente que están, y a la par una joven con una máquina para cortar papas.
Mientras una de ellas se encarga de pelar tres sacos de papas, que más o menos equivale a un total de 300 libras, las otras dos están con unos pazcones realmente grandes dándole vuelta y vigilando a que estén en su punto y no se quemen.
Pero hay una cuarta mujer que se llama Mirian Cáceres, ella es la propietaria de este negocio, que está ubicado afuera de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Ella pasa gritando “¿Y usted qué quiere, corazón? Papas de 30 lempiras o 35 con chorizo?”.
Esto parece ser un equipo bien organizado, se mueven en perfecta coordinación, cada una está en el puesto indicado.
Este local es un clásico de la “U”.
Si no has comido de estas papas fritas no sos un verdadero estudiante de la autónoma, esta caseta siempre va estar totalmente llena, se hacen unas filas increíbles e interminables.
Estas mujeres trabajan de lunes a viernes con un horario de siete de la mañana hasta las nueve de la noche.
Definitivamente aquí en Honduras hay mujeres fuertes y extraordinarias que se levantan cada día con ánimo de seguir adelante y no tenerle miedo a nada.
Y lo más importante es que este trabajo no es solo para suplir las necesidades de cada una, sino que también le ayudan a los estudiantes a no entrar con el estómago vacío a recibir clases.
Es verdad que no son de gratis pero a muchos nos saca de apuros cuando andamos líquidos con el pasaje, aparte que vale la pena ir a hacer es fila porque son extremadamente deliciosas.
Fotos: Sergio Montero.
