“Lleve viagra a cien pesitos para la tranca”

Un día normal en Tegucigalpa.

Cuatro de la tarde en el Parque Central.

El ambiente es tranquilo y ameno, rodeada de gente catracha que tiene sueños y ganas de salir adelante.

Un par de gringuitos me dañan el paisaje (Calle 143), tomando fotos con sus cámaras digitales último modelo, pero no importa, nosotros los hondureños somos raza amigable y afectuosa.

En el Parque Central no existen las desigualdades, todos estamos bajo un mismo sol.

La gente capitalina transita de arriba para abajo. Unos caminan apresurados, otros caminan a paso lento. Un resistolero inhala esa sustancia que lo deja tranquilo, y a mi izquierda pasa una señora con la piel tostada producto del sol capitalino. “Lleve su cartón de huevos a 80 pesitos”, canta la señora.

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El tiempo pasa volando cuando estás perdido en una botella.

Unos deciden comprar, otros piden limosnas y otros tiran semillas para darle de comer a las palomitas que defienden la fachada de la Iglesia Catedral de San Miguel.  En una esquina están los boleros sacando el brillo a los zapatos de los clientes.

La estatua de Francisco Morazán luce imponente y sin temor a equivocarme puedo decir que es el caballero de la noche de Tegus. Su imagen es majestuosa.

El Parque Central es el lugar más democrática del país. Es como un inmenso Congreso Nacional, pero no con gente que dice ser “representante del pueblo”, sino con el propio pueblo-pueblo representándose a sí mismo.

Aquí se habla de todo sin temor a ser criticado.

Del Olimpia y del Motagua; de la esposa o de la amante; del pasado glorioso, del presente difícil y del futuro que no se sabe si para algunos llegará; de viejos amores; de los últimos asesinatos; de la salud de Chelato; de la muerte de algún amigo”, de los precios del combustible; de la situación del país; de sexo -“Yo ya no funciono” o “Estoy de toque”-,  del Chapo Guzmán, de la H…

-Ese tal Pinto nada ha hecho -dice alguien.

-Ya va, ya vas -le responden-. ¿Qué querés que haga el hombre si no tiene delanteros? ¡Imaginate que estuvieran Pavón, Tyson, David Suazo, Bennet”…

También se habla de salud. Ojos vidriosos y rostros desencajados porque “Ayer me puse un pijín y ando un gomón”.

Esos mismos ojos vidriosos se clavan morbosamente en las muchachas coquetas que pasan por allí.

“¡Qué culo de mujer”…

“¡Qué rico eso, mirá, mirá!”.

“Groseras”.

Y sueltan las carcajadas.

“GUAPO, 100 y ya”

El sol va bajando y las cortesanas aparecen en escena,  se fuman un par de cigarros en espera de que alguien caiga.

“Guapo 100 y ya”, me dice una prostituta  y volteo a ver otro lado, pero se me dibuja una sonrisa. Aquí pasa de todo.

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Es normal ver a las cortesanas en las esquinas del Parque Central de Tegucigalpa.

Me siento en una fuente, me acompañan jóvenes cristianos y se ponen a estudiar la biblia, los niños corren en la fuente y un señor se ha dormido.

Un señor extiende el periódico y lee los clasificados detalladamente: “Compa esta jodida la cosa, no hay empleo”, me dice el señor.

Luego se suman dos señores de la tercera edad. Se ven serios y no andan con ganas de charlar. Un vendedor ambulante se acerca y con naturalidad me dice:

Vaya, lleve su viagra para la tranca-, dice el vendedor.

-¿La tranca?- le consultó.

-Sí, papi, para la tranca, para que ande poderoso toda la noche. Deme 100 y le dos sobrecitos-.

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“¡Ay papaíto! Nosotros estamos jodidos que a esta edad no respondemos. Vos estás entero”, me dijo el señor.

De repente me habla un señor  de sombrero blanco y me dice: “¡Ay papaíto! , vos estás entero. ¿Para qué vas ocupar eso de viagra? Nosotros sí estamos jodidos que a esta edad no respondemos. Vos seguí disfrutando de la vida”.

El tiempo pasa rápido y me la he pasado bien.

Me siento bien y relajado, contento de ver gente humilde y con ganas de salir adelante con sus familias.

Cerca de la estatua del general Morazán, un predicador pide que “Arrepiéntanse de sus pecados que el Señor nos va a juzgar pronto”.

Lleva varias horas proclamando el Apocalipsis y toma agua para quitarse la resequedad de la garganta.

Las palomas vuelan y salpican de cagada a algunos transeúntes.

“La Tribuna, El Heraldo, La Prensa”, gritan un vendedor de periódicos.

Pitos de buses y las voces chillonas de los cobradores: “Mercado, mercado, mercado, mercado”, “Carrizal, La Sosa, Loarque”…

El sol se ha escondido y la plaza empieza a quedar vacía, las palomas duermen en las ramas de las arboles, el bullicio ha desaparecido y las luces del Parque Central se ven hermosas.

Las mujeres continúan en las esquinas a la espera de clientes. Pero no llegarán. O los hombres de la ciudad andan hoy sin ganas o sin dinero para pagar.

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Fascinante luce la fachada de la catedral de Tegucigalpa. Los gringuitos le toman muchas fotos.

El tiempo se ha detenido y llego a la conclusión que el Parque Central de Tegucigalpa es hermoso y que tenemos que sentirnos orgullosos de lo nuestro.

No es casualidad que la cadena internacional CNN destaque a Tegucigalpa como uno de los 16 mejores destinos del mundo.

“Guiados por los lugareños, capital Tegucigalpa es una ciudad fascinante, con un zumbido de artes, la música y la cultura”.

Y bien … tomé un taxi y he llegado sano y salvo a mi casa.

Tegucigalpa es hermosa y no la cambio por nada.