¿Se han preguntado alguna vez cómo es que llegaron los carros a Honduras y quién fue el personaje que los trajo?
Estoy segura que todos pensamos que fue un hondureño, yo lo pensé también, pues salgamos de ese error: detrás de todo esto está un suizo.
Su nombre fue Jules Villars Opplinger, llegó a Honduras a finales de los años de 1800, y fueron las montañas de nuestro país el marco para su amor por esta bella ciudad.
El 26 de marzo de 1905, Jules hace historia al ingresar por el puerto de San Lorenzo el primer auto en Honduras y lo lleva hasta Tegucigalpa.
“En su primer año de gobierno, el general Manuel Bonilla llevó la carretera del sur hasta La Venta. El siguiente año se continuó de La Venta hasta San Lorenzo”, relata la Enciclopedia Histórica de Honduras en su tomo 8 página 198.
Y agrega que “De modo que el domingo 26 de marzo de 1905 rodó por primera vez en las calles de Tegucigalpa un automóvil conducido por el señor Jules Villars; entró por la carretera del sur, donde circulaban carretas y diligencia con carga y pasajeros”.
“Lo armó con sus propias manos”, asegura Camila, su bisnieta.
Otro de los grandes aportes que el hizo fue la instalación de las primeras líneas telefónicas aquí en la capital, también instalo el alumbrado eléctrico.
Su imaginación era algo que lo hacía sobresalir. Como dato plus, cuando se cayó el puente Mallol, él inmediatamente hizo uno emergente para que la gente pudiera pasar.
Esa misma creatividad lo llevó a convertirse en director y fundador de la escuela de artes y oficios en Honduras.
Además, fue el responsable de los primeros trabajos para instalar el alumbrado eléctrico en la capital.
Su amor por este país fue tanto que él murió en el extranjero y pidió a sus demás familiares que sus restos fueran enterrados en su Honduras -cuenta su bisnieta.
“Un gran señorón que hizo mucho en este país”, lo describe Camila Cano Villars.
