Un encarguito más: recuperate pronto, por favor

Hace apenas trece días, el 2 de enero a las 9:55 de la noche, mientras la brisa del mar jugueteaba a las escondidas en los rinconcitos de La Ceiba, Guillermo Anderson, el mejor cantautor de Honduras, escribió un mensaje en sus redes sociales en las que anunciaba un retiro de “unos meses” de los escenarios y de las giras.

“Les cuento que debido a una intervención quirúrgica a la que fui sometido hace unas semanas y el tratamiento posterior, los médicos me han recetado una recuperación que me mantendrá unos meses fuera de mis escenarios y giras. A los que se enteraron, gracias infinitas por sus buenos deseos, oraciones, visitas, buenas vibras y consejos saludables”, dijo.

Y finalizaba diciendo que “Por mientras estaré trabajando en mis propuestas y canciones, comunicándome con ustedes por mis redes y espero incorporarme a más de alguno de mis proyectos dentro de lo posible. ¡Un fuerte abrazo! Guillermo”.

El poeta sampedrano Murvin Andino Jiménez vio a finales del año pasado a Guillermo en los pasillos de un hospital.

“Antes del 24 de diciembre yo, mientras andaba ubicando una clínica con mi mujer, vi a Guillermo Anderson en las Clínicas del Valle cuando era conducido en una silla de ruedas. Él me vio y me sonrió… Igual yo, que noté algo así como una erupción en su garganta con un tono rojo intenso y cubierta con un pañuelo, como cuando tienes una infección”, cuenta el poeta.

Hoy, el rumor dejó de serlo para convertirse en una noticia que estremece al país: GUILLERMO ANDERSON TIENE CÁNCER.

“Guillermo fue operado en noviembre de cáncer de tiroides. Está en un proceso complicado de quimioterapia. Estará en tratamiento estos primeros seis meses del año”, dice Guillermo López Moreno, su mánager.

La primera vez que vi a Guillermo Anderson sobre un escenario fue en 1988 en el Teatro Manuel Bonilla, en la clausura del festival Aires de Abril.

El público enloqueció y se puso de pie.

Recuerdo sus expresiones de cómico, similares a las de Stan Laurel -del Gordo y el Flaco-, su extraña forma de tocar la guitarra y la belleza de sus canciones, especialmente dos.

CHAGO: “…pero aquí no termina la cosa, un hermano de él y la esposa le escribían del norte para decirle así, y le decían, Chago, venite que aquí hay trabajo, no te quedés allí abajo que allí no hay nada para vos”.

PEPE GOLES: “Pepe Goles, Pepe Goles, le hace juego a la tristeza, cuenta goles del pasado apoyado en la cerveza. Pepe Goles, Pepe Goles, y la pruebas que tenés, tres recortes del setenta y una foto con Pelé”.

Más tarde, gracias al periodismo, lo entrevisté en un par de ocasiones. En una de esas entrevistas llevé Retratos, un rústico casete de 1990 y lo puse sobre la mesa. “¿Es tuyo?”, me preguntó. “Sí”, respondí. “Vendémelo”, me dijo.

Se lo regalé y así Pepe Goles, Chago, Cortaron el árbol, En mi país, La fuerza que tenés y Mi primer león terminaron regresando a manos del hombre que las parió con una guitarra.

LA FUERZA QUE TENÉS: “¿Cómo hacés para esconder esa tristeza, esa fatiga de mujer de pocos años? ¿Cómo hacés para que triunfe la belleza bajo el peso de tres hijos y un engaño?

El aceite va quemándote las manos y te quiere quemar el alma entera…

Quisiera hacerte una canción de amor cualquiera, pero las musas el romance no me entregan”.

Pensando en vos, Pobre Marinero, El Encarguito, María Dolores… ¡Qué repertorio! ¡Cuánta magia! ¡Qué pasión! ¡Qué creatividad, por Dios!

Con su CD de niños dormía a mi hijo… “Ese cusuco toca la caramba”… O “Yo solo quiero que me quieran en mi casa, si me ven triste me pregunten qué me pasa, y así como todos los niños necesito de cariño, un buen abrazo y la amistad”.

Pero de sus canciones, entre todas esas joyas preciosas que nos ha regalado Guillermo Anderson, hay una que supera, a mi parecer, a las demás.

No es de sus más famosas.

Tampoco la piden en sus conciertos.

Sin embargo, es PERFECTA de principio a fin. La puedo escuchar una y otra vez y mi comentario lleno de admiración es siempre es el mismo: “¡¡¡Puta, qué canción!!!”.

CLUB SOCIAL LAS GLORIAS: “Cada mesa tiene su relato, cada silla cuenta mil historias, la vida se parte en ratos, en octavos y memorias, merendero, restaurante bar y club social La Gloria”.

Guillermo Anderson no está sola en esta etapa dura de su vida. Pues cuenta con el cariño, apoyo y solidaridad de millones de hondureños (me incluyo).

Y, más importante aún: tiene la guitarra en sus manos, la genialidad en su cabeza y la compañía de sus mejores amigos: Pepe Goles, Chago, El pobre marinero, El primer león, el viejo Arzú…

Y con el permiso del trovador ceibeño le cambio una palabra a su canción Adelante, muchachas…

“Adelante, Guillermo, que el sol de hoy nos sonría… Esperanza de días mejores por venir”.

 

¡¡¡¡DALE PLAY A LA ESPERANZA, GUILLERMO!!!!