Por KARLA FERNANDA OSEGUERA
La caseta es azul y de madera, y en el corredor de cemento se encuentran 11 mesas con dos bancas cada una, y en el fondo se puede observar cuatro refrigeradores llenos de frescos; al lado izquierdo, tras unos barrotes de color negro, hay siete mujeres. Todas ellas son parientes.
Con delantales de todos los colores, tres de ellas amasan el maíz -son 10 medidas las que hacen a diario-; otras tres están a la par de un fogón a todo vapor con frideras enormes.
Allí, en esas frideras, nacen los famosos pastelitos de Los Toneles del barrio Guadalupe.
En otra parte del local, Digna Palma, tía de la dueña del negocio, atiende a ciento de personas que llegan todos los días con una misma petición: “Me da una orden de pastelitos, por favor”.
Estos pastelitos son tan famosos que se han logrado mantener durante más de 44 años como uno de los platillos favoritos de los capitalinos.
Los pastelitos han estado todo este tiempo en el barrio Guadalupe y su nombre se deriva por un tonel que había afuera del local, pero que con el paso del tiempo se esfumó.
El sazón es único ya que usan ingredientes cien por ciento catrachos. Todos los condimentos -revela dopa Digna-, los compran en el Zonal Belén.
Los ingredientes son: papas, chile dulce, maíz, achote, cebolla, repollo y un encurtido que está de miedo.
Pero lo que le da el verdadero sabor a esta delicia es que los cocinan en fuego con leña traída de Santa Lucía.
“Este es el verdadero secreto”, dice doña Digna.
Además de los pastelitos, el negocio también cuenta con diferentes platos como plátano con frijoles, queso y mantequilla; yuca; tajadas; panes con frijoles; tajaditas y baleadas.
Pero los favoritos de todos son los pastelitos.
“En horas pico no nos damos abasto pues es mucha gente la viene”, cuenta doña Digna, mientras atiende a unos clientes. De la cocina emerge el humo del fogón y un olorcito que despierta el apetito.
Y así lo afirma Javier Díaz, cliente fiel de Los Toneles, que cuenta que “Aquí desayuno y almuerzo… A veces son hasta tres órdenes en el almuerzo las que me como”.
RadioHouse no se podía quedar atrás y dijo “Una orden de pastelitos, por favor”.
Por apenas 24 lempiras nos comimos un banquete…
