“Árbitro hijo de p…”
“Tu madre”
“Árbitro basura”
“Árbitro vendido”
“Árbitro cu….”
Qué no le habrán dicho esta noche a Armando Castro, el encargado de pitar el partido de vuelta entre Motagua y Olimpia, el cual terminó 1-1 y le dio la clasificación al equipo azul a la Gran Final del torneo.
Pero bueno, ya muchos han hablado del partido y su desarrollo, ahora quiero centrarme estrictamente en el trabajo de los árbitros, quienes forman una parte muy importante en la ejecución de un encuentro de fútbol.
Entre los réferis que se destacan es nuestro país está Armando Castro; es por ello que la Comisión Nacional de Arbitraje lo seleccionó para pitar el duelo de hoy, un partido que necesitaba de alguien experimentado.
Un encuentro complicado para cualquier réferi, así que se le venía una noche dura para el cuerpo conformado por los asistentes Cristhian Ramírez y Omar Leiva, además del cuarto árbitro Manuel Zelaya.
Armando Castro intentó tener el control del juego en todo momento, así que comenzó a sacar amarillas a discreción, claro, siempre y cuando la acción la merecía.
En total fueron 14 tarjetas de color amarillo, siete para cada cuadro, lo cual nos muestra un juego agresivo por parte de las dos instituciones. Considero que todas las amarillas estuvieron bien ganadas, excepto una…
La primer tarjeta que recibe Johnny Palacios es injusta, el defensa llega limpio y con fuerza a la pelota, como tiene que ser, así que aquí si se equivocó el árbitro central, aunque tenemos que admitir que no era sencilla la jugada para él.
Al minuto 74 Palacios recibe la segunda cartulina amarilla -y expulsión-. Esto porque evitó que Junior Izaguirre armara un contragolpe peligroso a favor de Motagua. Esa segunda amarilla sí estuvo buena, no hay que reclamar.
En términos generales considero que Armando Castro hizo un buen trabajo tomando en cuenta la dificultad del juego. Lo único que le reclamaría es:
-La primera amarilla de Johnny Palacios.
-El no agregar un par de minutos más al final del partido, pues Licona perdió tiempo en hacerse el lesionado.
El árbitro no podía hacer nada en la cuestión de los “repolleros” perdidos, eso es asunto del delegado del juego. En cuento a la perdida de tiempo de los porteros la verdad mostró ser paciente, pues a los dos los dejó jugar con el asunto del movimiento de las manecillas del reloj.
Cuando Olimpia iba ganando 0-1 Noel Valladares perdió tiempo a lo loco, incluso hay una jugada donde finge que le pegaron en las manos y se tira al suelo, asimismo lo hizo Marlon Licona, quien apenas comenzaron los minutos de compensación se hizo el lesionado para que los segundos pasaran y pasaran, ni modo, así es el fútbol.
Algunos olimpistas están maleados con Castro, pero la verdad miré un arbitraje blanco, no influyó en el resultado y gracias a él los jugadores intentaron mantenerse en orden.
Al final se pitaron 31 faltas, 17 de Olimpia y 14 de Motagua. Fueron tres los jugadores expulsados, Johnny Palacios y Henry Figueroa dentro del campo y Romell Quioto en el banquillo.
Aclaro, en ningún momento he dicho que el arbitraje de Castro fue perfecto, simplemente he dicho que no tuvo que ver en el resultado, así que fue un arbitraje ‘blanco’, al menos fue lo que vi dentro del campo.
Lo cierto es que si quedaba eliminado Motagua todos los aficionados azules le tiran al árbitro, si quedaba eliminado al Olimpia, como sucedió, los aficionados merengues le tiran al árbitro, así es esto.