La energía que le falta en las piernas, a Julio César de León le sobra en la lengua.
A sus 36 años, Rambo sigue siendo el mismo futbolista díscolo y controversial de siempre. Nada ha cambiado en ese sentido.
Deportivamente hablando, su regreso le aportará poco a la deprimida Liga de Honduras.
Apenas chispazos de un talento que lo llevó a Italia, donde fue figura de la Reggina y el Génoa (sin mencionar otra larga lista de equipos en los que estuvo, incluyendo Serie C).
Podemos esperar un par de goles de tiro libre, porque la clase sigue intacta. También algunos pases de gol, quizás un par de desbordes por partido.
Habrá que ver si su carisma y fuerte personalidad son capaces de contagiar al Platense, el club al que lleva pegado en el corazón.
¿Podrá convertirse en el líder del Escualo? ¿Se ganará el respeto por lo que pueda aportar en la cancha o, al contrario, provocará tsunamis cada vez que hable con un periodista?
Porque si hay algo de lo que podemos estar seguros, eso es que Rambo siempre da de qué hablar gracias a un estilo frontal y sin rodeos, en el que cada palabra sale con acento italiano o “uruguacho”.
Durante su carrera se ha dado a conocer por sus golazos de derecha y de izquierda, por su técnica depurada, su intermitencia –genio un domingo, absurdo al siguiente-, sus peinados exóticos –algunos de ellos realmente feos-, y, claro está, por sus frases.
Frases picantes.
Coloridas.
Polémicas.
Locas.
Muy locas.
Loquísimas.
“Si fuera argentino, ya estaría en el Real Madrid”, me dijo en aquel pequeño restaurante en el que los genoveses, por montones, se acercaban a pedirle autógrafos y a tomarse fotos con él.
Y más tarde: “Mirá, dice que esa es la casa de Cristóbal Colón… ¡Para qué vamos a entrar allí si ese fue un gran ladrón!”.
Miralos, miralos –me diría señalando a sus compañeros del Genoa-, son altos, guapos y atléticos, pero yo consigo más chicas, porque soy simpático. ¿Viste?
Y claro, las célebres…
“Soy mejor que Maradona”.
“Me quedé haciendo la TERAPÍA”.
Porque en el mundo de Julio, se dice TERAPÍA, con tilde en la í, y no terapia.
“Los mejores en tiros libres del mundo somos Beckham, Ronaldinho y yo”.
EL LOCO –como le llama David Suazo-, es un tipo sin vicios, pues no bebe ni fuma. Lo suyo es trasnochar.
Por lo general, la madrugada lo encuentra con una botella de agua en la mano, en pláticas eternas que condimenta con una carcajada escandalosa y la palabra que nunca falta: CABRÓN.
Comprador compulsivo de aparatos tecnológicos, no ha brillado en los últimos equipos en los que jugó.
Pero está de regreso. Armado de cañones –sus piernas-, y bombas –sus lengua y sus frases-.
Rambo está listo para una nueva batalla…