¡Tévez, el apache que cambió millones por gloria!

Nunca en mi vida había visto volver a un futbolista al equipo que le dio todo, jamás un ídolo cotizado por los grandes clubes de Europa había vuelto en el mejor momento de su carrera futbolística. Ese jugador se llama: Carlos Alberto Martínez Tévez. 

Le dicen “Apache” porque vivió en el barrio pobre de Buenos Aires, en el oeste de la capital Argentina. Es parte de los tres jugadores más grandes que ha tenido Boca Juniors: Juan Román Riquelme y Diego Armando Maradona.

A este jugador le importaba mas los colores del azul y oro que los millones que ganaba con la Juventus o con cualquier otro club grande del viejo continente. Tévez volvió por su barrio, por su familia, por sus raíces, por los asados, por el mate, por la 12, por la Bombonera, volvió para darle gloria a Boca Juniors, el equipo más grande de América Latina y uno de los más grandes el mundo entero.

Su carisma, su forma sincera de hablar, su humildad, el Apache es querido por todos porque jamás se olvidó de su barrio, de sus amigos, de su gente. Nunca se agrando, mantuvo siempre los pies en la tierra.

Se consolido como estrella de Boca en 2003, con el DT Carlitos Vianchi, el Virrey, ese año celebraron Copa Libertadores de América, Liga Argentina y Copa Intercontinental, frente al poderoso AC Milán.

En 2004 fue vendido al Corinthians por 15 millones de dólares, después vistió la camiseta del West Ham, ambos Manchester y la Juventus de Italia.

No me olvido el día que vi la presentación de Tévez en la Bombonera, ante 60,000 hinchas, más los que no pudieron entrar a verlo, Carlitos dijo: “Cuando tenía 20 años el mundo Boca me devoró. Ahora me siento preparado para el mundo Boca. Vengó hacer mi propia historia.”

Hoy, domingo 1 de noviembre del año 2015 de Nuestro Señor, después de 11 años de ausencia del azul y oro, Carlos Tévez cumple su promesa, celebra el título 31 de Boca Juniors. Devuelve el podio a los Xeneizes después de 4 años con resultados intermitentes.

¡Celebralo Carlitos!

Dedico esta columna a mi amigo argentino, Adrián Carlos Mon, porque seguro estará botando un par de lágrimas cuando termine de leer este columna.

¡Salud Bosteros!