Siempre he considerado que las personas que pueden hacer sopas son personajes especiales y únicas. Con un don divino del creador de la tierra.
En este momento, a quién no se le antoja una sopa de: frijoles, tapado, mondongo, marinera, res, pollo y paro de mencionar más sopas, porque se me está abriendo un agujero en el estómago.
No lo digo yo, lo dice la pipol… las sopas de La Cacerola son de miedo. ¡Uyy, hombe, qué delicia!
Este rinconcito capitalino cumplió 6 años el pasado viernes de estar sirviendo sopas de primer nivel. Aquí llegan personas de diferentes clases sociales.
El propietario de La Cacerola responde al nombre de Kennet Rivera, un empresario de 35 años de edad que se animó a montar este negocio que hoy en día está en boca de los capitalinos.
En La Cacerola llegan personas de diferentes clases sociales, no existen las desigualdades. “Aquí viene gente a pie, en taxi, en moto, en carros y en grandes naves, ja, ja, ja, pero la atención es siempre igual”, destacó Rivera.
“Ha sido una gran reto llegar a los seis años; nuestra meta es que nuestro restaurante tenga las mejores sopas de Honduras. Arrancamos precisamente para la fecha en la que Honduras clasificó al mundial (Sudáfrica 2010)”, contó Rivera.
Combinaciones de sabores
-¿Por qué Cacerola?-le consulto.
Porque La Cacerola tiene buena vibra y una combinación donde podemos meter todo tipo de sabores y sacar magia en nuestras sopas.
Definitivamente la especialidad de la Cacerola son las sopas, pero si traés hambre de tiburón podes degustar de un delicioso sándwich y ensaladas.
Todos estos platos tienen un sabor latino único e inigualable… como para chuparse los dedos. Una cervecita bien helada no puede faltar en tu mesa.
La Cacerola tiene un equipo de 19 personas y la atención es de primer nivel, idóneo para pasarla bien entre aleros y familia.
“Nos encanta complacer a nuestra gente, nuestra meta es dar comida y que la gente salga con una sonrisa al salir de La Cacerola”, indicó.
“Nuestra visión es crecer y ser el lugar de mayor referencia para pasarla bien”, afirmó el dueño de La Cacerola.
Es de sabios
Bien dice mi madre Alba Muñoz, el hambre quita la pena. Al sentir el aroma exquisito y ver cómo los comensales degustan de las sopas de La Cacerola, me armo de valor y le pregunto a Kennet
Mire, tengo un hambre perra… ¿Qué plato me recomienda?
-Sonríe -, bueno usted puede pedir el sopón (Un tremendo plato casi del tamaño casi de una olla) que con esta sopa tiene para mantenerse todo el día. Si usted se come el sopón le doy otro de cortesía.
-Pues, que me traigan el sopón -les digo con entusiasmo.
Sazón
Pero detrás de este importante negocio, están dos personas claves. Las que tienen las manos mágicas y le ponen sazón a las sopas.
Lourdes López es la chef de La Cacerola y me dice: “Tengo cuatro año de estar trabajando. Para hacer sopas me tardo dos horas y una marinera como cuatro horas. Si no tiene sazón, mejor no haga sopas. Este es un don que Dios nos da y no es para cualquiera”.
Sara López, chef agrega: “Mi pasión siempre ha sido cocinar y me encanta preparar sopas. En la fabricación de sopas se necesita dedicación y que le guste cocinar. Para hacer una buena sopa hay que tener una buena producción. Nosotros estamos arriba desde las ocho de la mañana para que a las 11 a.m estén listas las sopas”.
Bueno, la sopa ha llegado a mi mesa y para ser honestos con ustedes, el día de ayer me paée de copas y el goterón que ando es criminal.
En la mesa llega el Sopón de res acompañado con arrocito, limón y una cerveza bien fría. Permiso, que voy a recargar baterías gracias a La Cacerola.