Un día normal. Dos de la tarde. El sol no se apiada y calienta. En el Parque Central de Tegucigalpa la gente transita a paso lento, los vendedores se rompen la garganta para conseguir un par de monedas, en una esquina las putas esperan un cliente. Fuman cigarros y se apoyan en la sombra de un palito. Hoy el negocio ha estado malo.
Un niño se detiene y le jala el brazo a su madre. La figura gris le ha llamado la atención. El personaje porta un hacha, burro y un casco. La figura sigue sin moverse, parece que no respira. Es el Minero.
-“Mamá, ¿Por qué no se mueve ese hombre?”- le pregunta el nene en espera de una respuesta convincente.
-“Ahh, porque ese es el hombre estatua, tenés que darle un pesito para que cambie de posición” -le responde la madre.
INICIA EL SHOW
El cipote se acerca y pone un peso en una lata… de repente, se mueve la figura como un robot, se mueve muy lento, pero no dice gracias por la propina, no sonríe, solo extiende la mano y lo saluda. Luego vuelve a su antigua posición.
Me le acerco… ¿Disculpe, puede interrumpir el show? -le pido.
1, 2, 3, 4, 5, 6 ,7, 8 ,9 y 10 segundos de silencio y no me responde.
-¿Puedo interrumpir el show? -le reitero.
-Está bien. Dígame, pero rápido -me responde.
El Minero, me dice que su nombre es Jaime David Vázquez, tiene 20 años y me relata que su trabajo lo hace por amor al arte y, desde luego, para ganarse un par de centavitos. Esta es la raza trabajadora de Honduras.
“Mi función dura cuatro horas y vengo tres veces a la semana. Mi disfraz es de tela con aerosol, el maquillaje es profesional y me dura todo el día”, dice en tono pausado, luego agrega: “En media hora me trasformo”.
Jaime me dice que vino un europeo y le enseñó el arte de transformarse en estatua. “Yo soy el Minero”, me confirma-.
-¿Y cuál es el mensaje de tu personaje?-
Mi mensaje es para la gente de Choluteca. Nuestra gente minera que fue afectada el año pasado. Lo hago por respeto a ellos y por el amor que hacen su trabajo. Es un homenaje a ellos.
“ESTE ARTE ES BELLO”
La gente se acerca más y me doy cuenta que estoy interrumpiendo en la función del Minero, así que me pongo las pilas para terminar la entrevista.
“En un día normal me hago 200 pesitos o 250, depende de cómo está la gente. Yo hago esto, porque en este país no hay empleo. Este es un bello arte y es digno de demostrarlo. Aquí los que más me dan plata son los niños”.
¿Y vos no hablás con nadie?
“No con nadie, solo con vos que me estás entrevistando, ponele”.
Se acerca otro nene y le pone un lempirita en la lata, el Minero se mueve como robot y saluda al cipote en señal de agradecimiento.
-¿Pero no te cansa estar tanto tiempo así?-
Sí, pero qué le vamos hacer. Yo cambio de posición hasta que me den pisto. Tengo cuatro años de estar en esta carrera. Tengo varios personajes como Paz en la Violencia, El Minero, el Camarógrafo y otros más.
El Minero me ha dejado con una gran lección, la vida da palos, pero nunca hay que renunciar a nuestros ideales. El Minero sigue sin moverse y el sol esta por ocultarse. Espero que esa latita llegue llena de pesitos para dibujar sonrisas en su morada.