A César Obando tengo mucho que agradecerle.
Gracias a su talento conocí la pasión por el fútbol, la bicicleta, el amor por la camisa de Honduras. Gracias a su magia, “El Nene” se convirtió en mi ídolo.
Recuerdo que a mis 8 años lloré, celebré y grité sus goles. Era un genio con la pelota. Nadie lo podía frenar.
Han pasado los años, pero sus goles, asistencias y hazañas con Motagua siguen intactas en la memorias de muchos hondureños.
Son las 10 de la mañana y la capital luce con cielo nublado, el clima está fresco y César Obando aparece en escena con una chumpita azul de Motagua. Nos saludamos y le consulto: ¿Nene cuáles son los lugares especiales de su carrera deportiva?
Sin morderse la lengua me respondió: “La isla, El Birichiche y el Nacional”.
Nos subimos a mi carro y me tiembla un poco el pulso, mi ídolo va de copiloto.
Trato de concentrarme para manejar bien, pero por mi mente pasan miles de pinceladas que hizo el 9 de Honduras en las eliminatorias del mundial de Estados Unidos 94.
Llegamos a la primera estación: La Isla, que antes era un campo de tierra legendario, pero debido al huracán Mitch desapareció. Ahora es un mercado.
“Aquí empezó mi sueño”, dice Obando, mientras su mirada se pierde en el horizonte.
Allá eran las gradas –señala con su mano derecha- y siempre llegaba gente. En este campo empecé con Motagua a los 9 años. Fue en 1983.
“Aquí empecé a hacer la bicicleta, esa jugada se la aprendí a un brasileño que estaba en el Gremio. Estaba muy pequeño, pero la fui perfeccionando y después me salía bien”, recuerda.
El Nene suspira y habla con alegría. Los ojos le brillan, definitivamente la Isla le dio muchas alegrías.
“Aquí jugué de lateral derecho, hice muchos goles y aquí dejé el pellejo”, relata la leyenda motagüense.
De repente, dos chepitos miran con atención a nuestro entrevistado.
“César Augusto el Nene Obando, papa, el mero mero, usted fue un gran jugador”, le dice un oficial y le da un apretón de manos.
Su primer campeonato con Motagua
Partimos y llegamos al siguiente destino. El Birichiche.
“Se me vienen muchos recuerdos en esta cancha, antes era de tierra y ahora es de sintética. Aquí tragué polvo, se venían unos ventorrales y cuando llovía se hacía un lodazal, pero así jugábamos. Aquí gané mi primer campeonato con Motagua en la categoría infantil”.
“El que no haya jugado en el Birichiche no fue jugador de fútbol”, afirma El Nene y suelta una carcajada.
-¿Recuerda un gol especial en esta cancha-, le pregunto.
Sí, aquí anoté un gol al estilo escorpión, fue uno de mis mejores goles, creo que el mejor. Le pegué fuerte y el balón pegó en el poste, luego salté como lo hizo Higuita, pero esa jugada fue como último recurso. Fue un golazo.
“Aquí ha cambiado todo, menos las baleadas de Mama Goya. Es lo único que queda. Comíamos baleadas en el desayuno, almuerzo y cena”, resalta Obando.
Para terminar Obando dice que “aquí fue el seguimiento de mi sueño de ser futbolista”.
El coloso capitalino
Última estación. Estadio Nacional. Se abren los portones del imponente coloso capitalino, tanta historia en esa grama. Obando pisa el césped verde donde se coronó campeón con Motagua y donde anotó grandes goles con la Bicolor. En especial ante Guatemala y Costa Rica en las eliminatorias de Estados Unidos 94.
“Esta fue mi casa por mucho tiempo, casi 16 años jugando. Yo les digo a mis hijos que esta era mi oficina. Tengo muchos recuerdos en el estadio Nacional”, dice mientras camina a paso lento en el templo capitalino.
Relatame el gol de Guatemala.
La jugada la empezó Sambulá, se fue por la banda y mandó un rezago, me quedó servida. Fue un golazo y una alegría indescriptible. Fue una buena línea y le pegué de zurda.
¿Y el de Costa Rica?
Wilmer Cruz hizo un saque largo, controlé el balón y luego hice una pared con Nicolás Suazo. Adelante el balón y le pegué fuerte. Fue con mucha potencia. En ese tiempo andaba con todas las ganas de hacer bien las cosas. Ese fue mi mejor gol con la Selección Nacional.
Llegaba el fin de la plática, pero me he dado cuenta que todavía sigo siendo el mismo niño de 8 años que admira al César Augusto “El Nene” Obando, porque los ídolos son eternos y nos hacen soñar.
FRASES
“Mi primer sueldo en Motagua fue de 300 lempiras, luego pasé a 500. Lo máximo que llegué a ganar fue 8 mil lempiras. En aquel tiempo era una buena cantidad de dinero”.
“Gane la final ante Real España y ha sido uno de los momento más gloriosos de mi carrera. Me acuerdo del gol, me fui por la banda izquierda y deje atrás a Karl Roland, encaré y mandé un centro a Geovanny Ávila. Fue gol y un desborde de la afición. Motagua tenía 14 años de no ser campeón”.
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Postalitas con el Nene
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