Cada 15 de septiembre, las palillonas de los colegios se roban nuestra admiración, nos cortan la respiración, nos hacen sudar a chorros, hacen que nos retumbe el corazón –bum, bum, bum-, y provocan que le pidamos al cielo que por favor el desfile nunca termine.
En el 194 aniversario de la Independencia de Honduras, las muchachas, vestidas con colores llamativos y alegres, arrancaron los aplausos de las manos del pueblo.
Las palillonas nos recuerdan que tenemos una Patria bella, bellísima, porque la Patria es más que un concepto abstracto; es el rostro, la sonrisa, la honestidad, la coquetería, los anhelos, el esfuerzo, los deseos, las alegrías y tristezas de su gente.
Y como dicen que una imagen vale más que mil palabras, pues estas que hoy publicamos son el equivalente a mil millones de adjetivos.
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