Las amorosas cartas de Pablito…

Una mujer, frágil como una rosa (uy, se me salió lo poeta, papa), le envió una carta hace unos años al hombre más temido del mundo.

Y el hombre más temido del mundo le respondió.

Eso fue en la década del noventa, cuando la periodista colombiana Silvia Hoyos tuvo el valor de escribirle a Pablo Escobar, el capo de capos, la mente sanguinaria que dirigía el cartel de Medellín.

Ahora, 24 años después de que los mensajes del narco más temido llegaron a sus manos, Silvia los desempolva y explica en el libro Los días del dragón su intercambio epistolar con El Patrón.

Silvia jura que no sabe por qué aquel hombre que puso de rodillas a Colombia le contestó.

“Nunca lo vi personalmente. Ahora creo que me iba a utilizar para algo”, señala.

Pero, tras cinco cartas, nunca supo qué llevó al siniestro personaje a confiar en ella.

“En una de sus cartas me contó que quería ser periodista, que daba lecciones a su hijo sobre cómo debía cuidar a las mujeres, que renegaba del machismo y que pregonaba el respeto a los homosexuales”, relata Silvia.

La cadena de mensajes empezó cuando ella, siendo reportera de televisión en la época más violenta de Medellín, decidió plantarse en la vía que conducía a la prisión acordada por Escobar con el Gobierno para su entrega a la justicia a cambio de no extraditarlo.

En 1988, su tío, el entonces procurador general de la nación, Carlos Mauro Hoyos, había tenido la valentía de declarar la lucha al narcotráfico y por eso se convirtió en objetivo de Escobar, que terminó ordenando su secuestro y muerte.

Silvia, con 20 años, también había sido testigo del asesinato del defensor de derechos humanos Héctor Abad Gómez, en 1987.

“Vi de frente la cara de la muerte”, cuenta Silvia, quien, impulsada por un deseo de saber, se aventuró a mandar el primer mensaje.

“Mi plan consistía en ganarme su confianza hasta encontrar el momento oportuno para preguntar lo que tanto rondaba en mi cabeza”.

Y le escribió: “Señor Escobar, como usted entenderá, después de su entrega el país seguramente querrá conocer cómo pasó su primera noche en cautiverio y a qué piensa dedicar sus días en la cárcel”.

La respuesta llegó más rápido de lo que esperaba y por la misma vía que usó para enviarla.

El conductor de un camión a quien apodaban Cara de Queso fue el emisario. Escobar le contaba que se dedicaría a la lectura y que en ese momento leía a Stefan Zweig.

Fue el 20 de junio de 1991, el día en que ese mensaje abrió el camino a otros. La modalidad de entrega, sin embargo, cambió.

peridista
Silvia acaba de publicar el libro Los días del Dragón con las cartas que le envió Pablo Escobar.

Una alerta en su beeper le anunció en cuatro oportunidades más que había una carta de Escobar esperándola en un parque o en una tienda.

Aunque la primera se convirtió en su estreno en el mundo de primicias informativas cuando dio a conocer su contenido en la televisión, Hoyos, por temor, no reveló las siguientes.

Escobar le contó que leía cuatro periódicos a diario, que aconsejaba a su hijo Juan Pablo, entonces de 14 años, sobre los peligros de la droga y el alcohol. Con orgullo le decía que Manuela, su hija de siete años, era una “caja de música” a la que escribía y grababa cuentos para que los escuchara antes de dormir.

“Era difícil creer que el que me escribía era la misma persona que sembraba el terror”, cuenta la periodista.

Los mensajes continuaron y la cara de Pablo Escobar, el padre, se hacía más visible.

“Manuelita siempre es el personaje central de mis cuentos. Ella lo exige así. ¿Quién no se siente feliz de ser padre con unos hijos tan bellos como los que tengo?”, se lee en otra de las cartas del capo.