Todo un Caballero con la pelota

Aquella jugada. Sí, aquella jugada. ¡Cómo olvidarla! Si sigue intacta en la memoria, tan fresca, que si uno mete las manos en los recuerdos se mancha los dedos de pintura. Porque fue una obra de arte, hay que decirlo.

Porque no se arremangó la camisa, sino las medias, y en lugar de tacos llevaba pinceles negros en los pies, y con ellos trazó un gol que un locutor peruano con tibieza calificó de “qué bonito”, cuando lo justo era usar otros adjetivos: grandioso, genial, majestuoso…

Y si no se le dice “gol maradoniano” es porque el Diego aún no había metido el gol del del siglo en el Mundial de México 86, por lo que Caballero puede jactarse de habérsele adelantado dos años y cuatro meses.

Ocurrió un 26 de febrero de 1984 en un amistoso entre Perú y la Selección Nacional de Honduras, y recibió la pelota con la izquierda, le dio un toque de derecha, y con esa misma pierna se quitó al primer rival, y al segundo, y luego quebró de izquierda para eludir al tercero, enganchó con la derecha para sortear al cuarto y cuando el portero quiso reaccionó, él, de zurda, suave, suavecito, la mandó al fondo de la portería. Para escribirlo en mayúsculas: ¡GOLAZO, GOLAZO, GOLAZO!

Sin embargo, ese gol, ese gol inolvidable, no fue el mejor que hizo en su vida. “Es que no se comparan a los que metí allá en Coyoles Centrales, cuando estaba niño. Pac, pac, pac, me quitaba a los defensas de encima, así como moscas… Hubo veces que logré eludir a todos los jugadores del equipo contrario. Usted puede ir al pueblo y pregunte y le dirán que es cierto”.

Fue en los campos bananeros donde se convirtió en mago del balón. Los peones, luego de la jornada de trabajo, llegaban sudorosos y muertos de cansancio a ver a aquel cipote al que le tenían que ajustar el uniforme con agujas, porque le quedaba grande.

“Siento un cariño especial por los campeños. Ellos me decían `Guirro, si te quitás a varios te vamos a comprar paletas después de la partido`. Y me arrancaba. Muchas veces lo lograba y me daban mi premio. Otras veces me regalaban un boleto para ir al cine y daban las palomitas”, recuerda Carlos Orlando, el último gran puntero derecho que tuvo el fútbol hondureño.

“La primera pelota que tuve en mi vida también me la dieron los campeños. Era de nylon y cabuya”, dice. “Me moría por jugar, no me cansaba. Si por mí hubiera sido, me tiro las 24 horas del día en la cancha. Solo había un problema: que mi papá solo me daba permiso por una hora, de 4:10 a 5:10 de la tarde”.

“PINOCHO”

También fue su padre, don Eduardo, el que le prohibió que durmiera con el primer par de tacos que tuvo en su vida. Unos Bracos, salvadoreños, negros con rayas amarillas. Dice Carlos Orlando: “El viejo entró al cuarto y vio que yo tenía puestos los tacos. Me los tuve que quitar, pero los coloqué debajo de la almohada”.

“A mi papá no le gustaba que yo jugara, porque le daba miedo que me golpearan. Yo estaba en primer grado cuando formaron la selección de la escuela. Todos eran de sexto y quinto grado, menos yo”.

Carlos Orlando cuenta que su profesor –Cecilio Bustillo–, llegó a su casa para platicar con don Eduardo Caballero y convencerlo que lo dejara jugar. “Hijo, te voy a dejar jugar un ratito más, porque dicen que sos bueno”, dijo con orgullo.

Solo había un problema: teníamos partido al día siguiente y el uniforme no me quedaba y me lo tuvieron que ajustar con agujas –se ríe.

Unos años más tarde fue descubierto por “Pinocho”, un busca talentos con olfato suficiente para saber que de los campos bananeros no solo salían racimos de frutas.

“Se llamaba Carlos, pero no recuerdo el apellido; le decían `Pinocho`; él fue quien me llevaría al Vida de La Ceiba. Me dijo que yo iba a ser una estrella. Para mí fue un sueño hecho realidad, porque mi papá me llevaba al estadio a ver a aquel Vida de “Junia” y Morris Garden; Tony Marshall, “Gorcha” Collins, Nilmo Edwards, “Craka” Brooks, “Pibe” Rodríguez Y “Pun” Fuentes. De niño fui seguidor de los Cocoteros”.

OTRO PAL RECUERDO

Pero estuvo poco tiempo en el Vida y en 1979 fue contratado por Real España, club que llevaba cuatro temporadas sin ganar nada. Apenas un año más tarde, Carlos Orlando levantaría su primer trofeo de campeón gracias a un gol de Allan Costly en el tercer juego de gran final ante Marathón.

“Gané tres campeonatos con el España. El segundo fue en 1988, contra Olimpia. Les ganamos un 24 de diciembre y en el camerino le cambiamos la letra a una canción de Los Bukis y decíamos `Llega Navidad y Olimpia sin ti, y nosotros con la Copa`, ja, ja, ja”, recuerda.

“En el 90 ganamos otro campeonato; esta vez la final se la ganamos a Motagua con dos goles de Smith. Después acepté una oferta de Olimpia, estuve dos semanas entrenando con Julio González en el batallón, pero me llamó don Antonio Giacomán y me dijo que estaba perdiendo el tiempo y que me tenía que regresar. ”.

De repente, el “Mago” regresa al gol que le hizo a Perú. “¿Sabe qué? Hice uno que fue mejor que ese: al Motagua, en el Morazán San Pedro”. Lo interrumpo: “¡Yo estuve allí, con mi tío Juancito”.

Y le relato la jugada: “Usted recibió el balón en la mediacancha, por la izquierda, arrancó y se fue quitando a todos los rivales que le salieron en el camino, Orlin Banegas (el portero), le salió a achicarle y usted le cambió el balón con la derecha, se fue suavecito, dio en el poste y entró. ¡Una golazo”.

“Pucha –dice Carlos Orlando–… ¡Es cierto, así fue ese gol, así como usted lo está diciendo! Yo nunca vi a Villegas celebrar de esa manera. Me abrazó y me dijo `Cerremos este estadio`, ja, ja, ja”.

 

 

——————————A LO MIKE TYSO————————

 

“Le pido disculpas a Félix Gómez Barahona”

Esa noche perdió la cabeza. Y cuando el árbitro Félix Gómez Barahona le sacó la tarjeta amarilla por protestar, Carlos Orlando Caballero soltó dos puñetazos: derecha, izquierda.

“Yo jugaba para Marathón… había aceptado una oferta porque me iban a pagar tres veces lo que estaba ganando en Real España. Y ese día de la expulsión me enfrentaba a mi ex equipo”, relata.

Hubo una jugada cerca de la banda, frente al sector de silla. Carlos Orlando cubrió el balón ante la marca del “Chacal” Ortega, y el contención del España lanzó un derechazo que dio en el lugar equivocado.

“Me dio justo allí, donde más duele, en medio de las piernas. Caí al suelo y cuando me levanté le dije al árbitro que le sacara tarjeta. Y como no lo hizo, empecé a aplaudirle y allí me sacó la amarilla y estallé. Me le fui encima, Nahamán González y Nicolás Suazo quisieron detenerme, pero ya era muy tarde. Me castigaron con cinco meses”.

Y concluye diciendo: “Siempre me he arrepentido toda la vida de lo que hice y le pido disculpas a don Félix Gómez Barahona. Ojalá que pueda leer este reportaje”.

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CORTITA

EL BAILE AL “POLLO”

¿Qué le dice esta fecha: 18 de noviembre de 1989?

Uy, hombre, un dos a dos inolvidable contra Olimpia en San Pedro Sula. Lo llamaron el “partido de la década”.

 

¿Qué más recuerda?

Ja, ja, ja… Bueno, la jugada que le hice al “Pollo” Galindo. Hice el amague que iba a centrar, lo enganché, volví a amagar, le quebré la cintura, centré y Geovany Ávila anotó de cabeza. Fue una jugada electrizante. Nadie se acuerda que yo hice un gol esa noche; lo único que recuerdan es de esa jugada.

 

¿Se encontró después con el “Pollo” Galindo?

Ya no me quiso volver a marcar en el partido, le decía a Uclés “Marcalo vo, márcalo vos”. Después fuimos compañeros en la Selección Nacional. Me decía “Pucha, vos sos malo, me hiciste tres quiebres… Con uno bastaba”, ja, ja, ja.

 

Otra fecha: el 12 de noviembre

La noche que le ganamos a Canadá en la Hexagonal para el Mundial de España 82. Yo hice el primer gol. El “Indio” Urquía apretó a Ian Bridge, la pelota me quedó a mí y la metí con un toque suave. El “Macho” hizo el gol del gane con un bombazo. Prácticamente allí amarramos nuestra clasificación.

 

¿Con qué defensa tuvo los mejores encontronazos?

Con Juanito Arzú. Habíamos sido compañeros en el Vida. Me lo quitaba y otra vez lo tenía respirándome en la nuca. Cuando me entraba demasiado pesado le decía “Hey, Bis, me vas a matar, hombre”. Y él me respondía: “Yo aquí estoy defendiendo mis bululos, o sea, dinero”, ja, ja, ja. Yo le decía “Bis”.

 

Usted se retiró relativamente joven, ¿verdad?

Sí, a los 33 años, cuando jugaba con Real Maya. Ese domingo nos enfrentamos a la Universidad en el estadio Nacional, si había quince aficionados era mucho. Me tocó hacer un tiro de esquina y alguien me gritó “Caballero, ya sos abuelo, andá a cuidar a tus nietos”. Lo escuché clarito. Ese mismo día hablé con el mayor Bueso Mazariegos y le dije “Me marcho”. Y me retiré.

 

DATOS

Carlos Orlando Caballero jugó 24 partidos con la Selección Nacional y anotó cinco goles. Con Real España ganó tres títulos de Liga: 1980, 1988 y 1990. En la actualidad es asistente técnico de Hernán Medford en el Real España.

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