Cada mensaje del papa Francisco cala profundo en la mente y el corazón de quien lo lee o escucha.
Y esta vez no es la excepción.
Así que pongan atención, chismosos, ustedes que destruyen reputaciones a punta de lengua.
“Hay una debilidad del hombre que lo lleva a fomentar la cultura de la enemistad, que va desde la guerra hasta los chismes de los barrios o en el lugar de trabajo”, dice Francisco.
Allí –agrega-, se degrada, calumnia o difama al otro con mucha libertad, como si fuera lo más natural, aunque no fuera verdad, con tal de tener una posición más poderosa o alguna otra cosa.
Además, Francisco criticó los sistemas que ponen al hombre en un segundo plano, por debajo del éxito material.
“No, no me gusta ese sistema que desplazó al hombre del centro y puso el dinero, con males como la corrupción, la esclavitud, el trabajo esclavo y el descuido de la creación, que muchas veces es tratada a veces como el peor enemigo”.
Y sigue diciendo que “No somos amigos de la creación, la tratamos a veces como el peor enemigo”.
Fiel a su estilo, Francisco también criticó las deforestaciones, el mal uso del agua y los métodos de extracción de minerales con elementos como arsénico o cianuro que después terminan enfermando a los pueblos.
Es que tenemos una mala relación con la creación en este momento y vivimos en un sistema que por ganar dinero se ha desplazado al hombre del centro y se ha puesto al dinero –reiteró.
“Cuando yo me apropio de tal manera con suficiencia y soberbia, más allá de los límites que la misma naturaleza me está dando, empiezo a crear la incultura –señaló-. Para irnos 70 años atrás, Nagasaki e Hiroshima es esa cultura transformada en incultura”.
En otro tema, el papa Francisco hizo algunas reflexiones sobre la amistad.
“Duele el sentido utilitario, a ver qué provecho puedo sacar de acercarme a esa persona y hacerme amigo… Yo me he sentido usado por gente que se ha presentado como amiga y a quien yo quizá no había visto más que una o dos veces en la vida, y ha usado eso para su provecho. Pero es una experiencia por la que pasamos todos.”.
Finalmente, habló sobre los fundamentalistas, esos que hay en todas las religiones y que hablan como si fuesen escogidos por el mismo Dios.
“En toda confesión habrá un grupito de fundamentalistas, cuyo trabajo es destruir en aras de una idea, no de una realidad. Y la realidad es superior a la idea”, dijo.
“Los fundamentalistas alejan a Dios de la compañía de su pueblo, lo desencarnan, lo transforman en una ideología”.