Por: Aileen Gómez Artahona.
De antemano hacer la aclaratoria que con esta nota no pretendo tomar ni demostrar ninguna posición política en el país, porque es evidente que como extranjera no tengo ni voz, ni voto en lo que a la política nacional refiere, pero me resultó imposible no opinar acerca de la entrevista que dio el señor Salvador Nasralla la tarde de ayer para CNN en español hablando sobre la situación en Venezuela, en mi país y por eso mi estado en Facebook. Y esta carta que comparto con ustedes.
Sí, comparto la opinión de que los medios de comunicación y la prensa internacional suele caer en el amarillismo, en la exageración y hasta en la tergiversación de la información y la noticia, pero pasa Sr. Nasralla que no es el caso de todo lo que está ocurriendo en Venezuela. El hecho de que usted asegure que la crisis que se vive en mi país es producto de un “invento y magnificación de los medios” con el respaldo de que ha estado en Venezuela, es: ¡Totalmente irresponsable!
Le pregunto: ¿Ha visitado Usted a mi país al menos en los últimos 50 días? Por su entrevista, asumiré que la respuesta es no, porque es evidente que usted no tiene ni la menor idea de la gravedad de la CRISIS que está atravesando Venezuela en estos momentos.
Vamos a enfocarnos únicamente en la crisis humanitaria (porque si hablamos de la crisis judicial-penitenciaria, política, social, económica, no terminaríamos hoy), crisis que finalmente ha servido como detonante para que el pueblo venezolano salga a las calles a protestar y reclamar algo que por derecho le corresponde.
En Venezuela Sr. Nasralla, es muy poco el porcentaje de personas que tiene acceso a los alimentos y productos de primera necesidad ya que la escasez y el desabastecimiento en los anaqueles de los comercios ha llegado al punto de ocasionar que la gente (que no necesariamente vivía en situación de extrema pobreza), se encuentre literalmente haciendo fila en los basureros para conseguir algo de comida.
No hay alimentos en los supermercados, en los comedores de colegios y universidades, en los hospitales, en general, en Venezuela; y si usted fuese una de las personas que cuenta con la suerte de tener su “contacto directo” que le ayude a conseguir algunos productos o alimentos, debe acompañarlo también la suerte de tener un trabajo que le genere un sueldo que le permita pagar un producto hasta diez veces más del precio real, suerte con la que evidentemente, no cuenta la mayoría de los venezolanos.
En Venezuela, en este momento, hay gente muriendo de hambre. Lo mismo pasa con las medicinas. Conozco personas que buscan desesperadamente a través de las redes sociales alguna medicina para su abuelo, sus papás o algún amigo porque no la encuentran en ninguna farmacia, conozco personas que le han enviado a algún extraño de otro Estado del territorio venezolano, una caja de “acetaminofén” a cambio de un paquete de pañales y arroz.
Conozco incluso a una amiga aquí en Honduras cuya tía es venezolana, que tras sufrir un infarto tuvo que esperar UN MES por una cirugía de corazón porque en ese momento no habían insumos médicos para llevarla a cabo.
Conocí también a la madre de un amigo que falleció porque no se le suministró a tiempo la medicina para su tratamiento y ojo. Esto lo estoy contando yo, como una venezolana que vive en Honduras pero que tiene a gran parte de su familia y amigos aún en Venezuela cargando con el día a día de lo que allí se vive.
Ahora, la parte más preocupante de toda su entrevista, es esa parte en donde asegura que Nicolás Maduro no es ningún “ogro”, como lo hacen ver los medios internacionales. Estamos hablando de un hombre que en los últimos 50 días ha arremetido de manera violenta e inhumana contra el pueblo venezolano a través de la Guardia Nacional.
Hablamos de que van más de 50 muertos (jóvenes en su mayoría) en esta guerra que ellos mismos alimentan de manera salvaje.
Hablamos de que vemos a la Guardia y Policía Nacional Bolivariana disparando bombas lacrimógenas vencidas desde helicópteros que sobrevuelan las manifestaciones de la oposición, de francotiradores ubicados en las terrazas apuntando a manifestantes, de colectivos simpatizantes del gobierno disparando con armas de fuego y destruyendo a quien y a lo que consigan a su paso respaldados por la guardia nacional; de policías y guardias nacionales disparando a matar o a quemarropa bombas lacrimógenas en las concentraciones (y si no pregúntele a la familia de Juan Pernalete, joven fallecido en una de las manifestaciones con un impacto de bomba lacrimógena en su pecho, confirmado ayer por la fiscal Luisa Ortega Díaz a pesar de que habían manipulado el resultado de la autopsia apuntando a que uno de sus compañeros de “lucha” lo había asesinado.
¿Cómo se le puede llamar a un hombre que se burla de los venezolanos bailando en cadena nacional mientras que al mismo tiempo en alguna manifestación aumenta la cantidad de heridos producto de la orden a la Guardia Nacional de disparar perdigones, trozos de cabilla (hierro forjado), canicas, y cualquier otra cosa que se les ocurra disparar con tal de dispersar alguna concentración de la oposición aun cuando su deber es “servir y proteger”?
¿No se quedará corto el término “ogro” para un tipo que aún con todo lo que ha ocurrido, sigue buscando más muertes y heridos con una constituyente que viola las leyes de la Constitución Nacional e incluso hasta el mismo pensamiento de su excomandante Hugo Chávez, todo por ambición y deseo de eternidad de poder?
La verdad es que yo pudiera estar aquí días explicando las mil y un razones por las cuales mi país, Venezuela, se encuentra en crisis; pero definitivamente no es mi deber contárselo y mucho menos su deber leerlo. Por eso, quizás en nombre de todos los venezolanos que nos encontramos afuera en busca de un futuro mejor mientras todo esto pasa y en nombre de todos los que siguen allá en la lucha diaria por recuperar a nuestro país, lo invito (nuevamente) a que visite Venezuela un día, porque un solo día bastará para que usted con sus propios ojos vea que lo que ha dicho ante este medio de comunicación (también internacional), puede jugarle en contra de su corta carrera política.